La temprana llegada de la nieve, primero, y el tiempo en general soleado, después, han permitido una notable afluencia turística a las estaciones de esquí y a otros puntos del Pirineo aragonés durante el puente de la Constitución. Pero, a la vez, se ha puesto de manifiesto las limitaciones que todavía padecen los accesos a la zona. Aragón tiene que seguir batallando para conseguir completar un mapa de modernas infraestructuras que se demora ya demasiado.

Miles de esquiadores, procedentes sobre todo de Zaragoza, Madrid y el País Vasco, han podido disfrutar durante estos días de su afición en las estaciones aragonesas con unas magníficas condiciones, mientras en otros puntos del Pirineo la llegada de visitantes era también numerosa. Y no se olvide que la economía de los valles pirenaicos depende en gran medida de ese flujo turístico. Por ello, aunque el puente de la Constitución ha ofrecido un buen resultado, hay que constatar, y lamentar, que las carreteras de acceso siguen presentando importantes limitaciones, a pesar de la indudable mejora que ha supuesto el desdoblamiento del puerto de Monrepós. 

Es quizá inevitable que en momentos concretos de mucho tráfico se produzcan retenciones, pero los atascos que se han registrado muestran la necesidad de acelerar la terminación de la Autovía Mudéjar, A-23. El trayecto de la N-330 entre Sabiñánigo y Lanave, que se ha revelado durante el puente como un nuevo cuello de botella para la conexión con el Pirineo, ni siquiera tiene todavía redactados los proyectos para su conversión en autovía y acumula ya un retraso inasumible. También la parte aragonesa de la A-21, que deberá unir Jaca con Pamplona, cuenta con 21 kilómetros que aún están esperando la licitación. En el mapa de las infraestructuras pendientes que Aragón tiene que seguir reivindicando ante el Gobierno central, estas son lagunas importantes y que deberían completarse cuanto antes.