Doscientos años de belleza para presumir

'Vista de la ciudad de Zaragoza', obra de Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez, conservada en el Museo del Prado.
'Vista de la ciudad de Zaragoza', obra de Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez, conservada en el Museo del Prado.
Enrique Cidoncha

Cuando se habla de que los museos han perdido su razón de ser en un mundo donde todo puede aprehenderse desde una pantalla, en cualquier momento y cualquier lugar, ahí está el Prado, por ejemplo (grandísimo ejemplo), para demostrar lo contrario: con más de tres millones de visitas al año y con su oferta de infinitas experiencias para quienes busquen la belleza entre las 1.300 obras expuestas entre sus paredes; sin rumbo, dejándose sorprender, o siguiendo la pista de maestros universales como Velázquez, el Greco, Tiziano, Rubens, el Bosco o Goya, el elegido para culminar la conmemoración de su bicentenario con la exposición de dibujos abierta esta semana.

Si no el mejor de los grandes museos nacionales (compite con un Reina Sofía que brilla en los últimos tiempos por la filosofía que anima sus actividades y su plasmación), sí es, rotundamente, el primer motivo de orgullo cultural para que los españoles presuman por el mundo. 

La Unesco puede respaldarlo si declara Patrimonio de la Humanidad el llamado eje Prado-Retiro, del que es su primer reclamo y que concentra, además de los citados, otros museos como el Thyssen, el Caixaforum, más edificios notables y varios parques. 

La idea fue de un aragonés, José Francisco García, director de la Fundación Uncastillo, y puede fructificar el próximo año.

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