Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Por
  • José María Gimeno Feliu

Hilo conductor y universidad

FACULTAD-DE-DERECHO-DE-LA-UNIVERSIDAD-DE-ZARAGOZA
Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza.
HA

Hoy, 19 de noviembre, tenemos un acto en recuerdo del profesor Bermejo Vera, tristemente fallecido en julio de este año. No voy a trazar ahora un semblante de su figura (lo han hecho otros ya y sin duda mejor de lo que yo sabría). Pero sí quisiera rescatar algunas de sus ideas sobre la universidad y la función del profesor universitario en tanto pueden servir para repensar la universidad del siglo XXI, que no puede perder sus verdaderas esencias.

Ser profesor universitario no es un trabajo. Es un oficio. Se enseña por los maestros, se aprende por los discípulos con vocación de ser luego maestros. Esa es la verdadera corriente de conocimiento y valores. Del profesor Bermejo aprendimos que un jurista y un universitario debe ser inconformista, trabajador, tener capacidad crítica (también de lo que uno hace), que lo importante son los resultados y no tanto el tener horarios, pues lo importante en una universidad es ser y no estar. El profesor Bermejo nos enseñó la importancia de la transversalidad y del trabajo en equipo en la investigación. Y predicó con su ejemplo la máxima de la libertad en el conocimiento.

Luchar por un mejor derecho para combatir la injusticia y laminar las inmunidades del poder y hacer de la enseñanza un eje fundamental de todo universitario fueron para él postulados irrenunciables. Y lo practicó de forma incansable, como en su lucha contra la conocida ‘ex 21’ en las RPTs que excluía a los profesores de universidad de concurrir a otros puestos de la función pública, y el Constitucional le dio la razón al estimar su recurso de amparo

Especial interés tienen sus reflexiones sobre la actividad investigadora, convencido de que sin investigación no puede existir una verdadera docencia. Un profesor universitario, por convicción tiene que ser investigador y aspirar a la excelencia de su actividad. Para ello, insistía, hay que pensar en toda investigación cuál es el objetivo de la misma o, en sus palabras, "cuál es el hilo conductor". La investigación no puede ser un mero repositorio de datos o información. Exige una actividad de reflexión y juicio analítico que permita concluir con una tesis original. En esto fue siempre inflexible.

La universidad, como institución que genera conocimiento y transforma la sociedad, necesita también un hilo conductor, que no es un simple número en un ránking. Y ese hilo conductor lo debe ser la excelencia y la capacidad crítica, la vocación por aprender y enseñar, por investigar e innovar. Sobran el individualismo, el inmovilismo, el maniqueísmo o las actitudes clientelares.

Y necesitamos más maestros del oficio universitario. La escuela zaragozana del Derecho administrativo, iniciada por el profesor Lorenzo Martín-Retortillo, impulsada por el profesor José Bermejo y ahora liderada por el profesor Fernando López Ramón, es un excelente ejemplo del verdadero oficio universitario. Preservar el legado de los maestros (como los hay de forma notoria en tantas otras disciplinas) es una misión esencial de la universidad con mayúsculas. Por ello, desde aquí, gracias a tantos maestros, ejemplo de la abeja representada en la insignia de nuestro Paraninfo sobre la laboriosidad inteligente y ordenada y de la diligencia productiva, que han construido los verdaderos cimientos y memoria de la universidad. Y, en especial, por tanto, gracias al maestro José Bermejo.

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