De nuevo en campaña

Las negociaciones debieran respetar el resultado de las urnas.
Ante las urnas nos armaremos de fe, esperanza y caridad.
Raquel Labodía

Pues aquí estamos otra vez, comenzando la tercera campaña electoral en siete meses, en un 2019 que muy bien pudiera pasar al capítulo triste de la democracia española con el título de ‘cuarto año del bloqueo’. Un bloqueo que esperemos que acabe siendo solo una nota a pie de página y no un tomo completo de nuestra historia. Así que, a estas alturas, es difícil saber lo que estos días de campaña oficial pueden ya añadir que no sepamos de sobra los electores sobre los partidos políticos, sus dirigentes y sus intenciones.

Estas elecciones a las que acudiremos el próximo día 10 no tienen justificación, no deberían haberse producido. Son la prueba del fracaso de algunos líderes que no tuvieron ni sentido de Estado ni siquiera la perspicacia suficiente para intuir dónde estaba su propio interés: en pactar la formación de un gobierno centrado y que captase el apoyo de la mayoría de los españoles. Y lo malo es que no podemos tener ninguna garantía de que después del 10-N las cosas vayan a ser muy diferentes. Puede ocurrir perfectamente –la mayoría de las encuestas así lo prevén, aunque no la del CIS– que la distribución parlamentaria sea aún más complicada que la de abril.

Habrá que ir a votar, en cualquier caso, porque una alta abstención sería un fracaso añadido de nuestro sistema democrático. Aunque, ante las urnas, haya que armarse de fe, esperanza y caridad para creer que esta vez los partidos y sus líderes actuarán con la responsabilidad que hasta ahora no han demostrado.

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