Mis amigos muertos

Corazones
Los tres llevaban a Aragón en el corazón y los tres estuvieron muy cerca del mío.
HA

Juan Ignacio Luca de Tena publicó ‘Mis amigos muertos’ en 1971, un libro de recuerdos y semblanzas de algunos de sus mejores amigos. El libro es espléndido, pero no se alarmen mis lectores más bizarros y combativos con la literatura de consumo: es el único libro que he leído de él. Su obra de teatro más famosa fue ‘Don José, Pepe y Pepito’, que llevó al cine el turolense Clemente Pamplona, con música de Antón García Abril y títulos de crédito de Mingote. La intenté ver en televisión hace años y creo recordar que salí corriendo. Pero en cambio ‘Mis amigos muertos’ es un libro a recuperar, lleno de cariño por los amigos que se marcharon y escrito con una prosa que para sí quisieran muchos que pasan por escritores de canon y manual. A mí no me importaría un día escribir un libro parecido.

Hoy es el día de Todos los Santos, mañana el Día de Difuntos y, cómo no, nos acordarnos de nuestros amigos muertos. Yo, de José Antonio Labordeta, de Félix Romeo y de Chesús Bernal. Los tres llevaban a Aragón en el corazón y los tres estuvieron muy cerca del mío. Los tres se bebieron la vida a grandes sorbos y dejaron tras de sí un legado extraordinario: compromiso y amor por su tierra, por la cultura, por la libertad. Los tres escribieron buenos libros y los tres fueron buenas personas. A los tres quise y los tres me quisieron, y a los tres lloré desconsoladamente. Los que los conocieron los recuerdan con emoción y los que no, con respeto y admiración. Dejaron un hueco tan difícil de llenar, que ahí sigue abierto, esperando encontrar quien los reemplace.

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