Por
  • Javier Miravete

Mayoría funambulista o doble vuelta

Los votantes premian en las urnas la intransigencia.
Los votantes premian en las urnas la intransigencia.
Heraldo de Aragón

Nunca en la historia de la democracia, ni española ni extranjera, ningún país ha votado, en unas elecciones generales, cuatro veces en cuatro años. Nunca. ¿Es un síntoma? No. ¿Qué ha fallado? ¿Son incapaces de llegar a un acuerdo? Lejos de llegar a acuerdos, pactos o coaliciones los políticos se agarran más a sus secretarías generales que a los intereses y problemas de sus ciudadanos.

Lejos de concentrarse, se atomizan y curiosamente en las

próximas elecciones habrá más partidos que en las anteriores. Con una ruidosa presión mediática y un hartazgo ciudadano, los resultados posiblemente serán muy parecidos a los de abril. ¿Qué pasará entonces? Seguramente lo mismo. Y esto no mejorará en sucesivos comicios.

El partido más votado hará encaje de bolillos en forma aritmética para alcanzar una mayoría funambulista, en el alambre, con la espada de Damocles pendiendo de un hilo en forma de moción de censura.

Aparecen ya, tomando cuerpo de partido, las primeras asociaciones ciudadanas. Teruel Existe, como representante de la España vacía, da el salto a partido político. Sin duda otros le seguirán. Animalistas, veganos, etc. ¿Y cuánto tiempo tardarán los autónomos en crear su propio partido? ¿Y las plataformas profesionales, los agricultores y ganaderos? Y con todo su derecho, oiga. Sin excluir a nadie, pero hay que gobernar. Y nuestra ley electoral se hizo, cuando se hizo, para favorecer las mayorías. Y funcionó, pero sinceramente ha llegado el momento de cambiarla. Los presupuestos generales, las infraestructuras, la marcha de un país no pueden depender de las gónadas de insensatos, incapaces, idealistas o amantes del sillón.

Esto no es nuevo, miremos a nuestro alrededor. Francia, primera vuelta, se presentan decenas de partidos. Agricultores y ganaderos cosechan algo más de un millón de votos. Y negocian para la segunda vuelta. Y aquí está el matiz. Negocia el que menos votos tiene con los dos que más votos han conseguido. Y no al revés. Así evitaríamos entre otras cosas que una minoría otrora nacionalista, hoy independentista abra la puerta de la gobernabilidad consiguiendo para sí acuerdos extraordinarios de otra forma inalcanzables y a la larga criando cuervos.

Somos la cuarta economía de la Unión Europea y la decimotercera mundial. Nuestras garantías democráticas están consolidadas y funciona el Estado de derecho, existe una envidiable libertad de expresión; entonces, ¿por qué no se establece una segunda vuelta? ¿A quién beneficiaría? A quien mejores ideas, acciones, personas, estrategias y honradez demostrara. Y todo en beneficio para las mayorías, en un país que ha gobernado sin complejos con gobiernos de izquierdas y derechas.

No tengan ninguna duda, igual que el VAR al fútbol, la doble vuelta es la solución. Eliminaría muchos problemas y desatascaría el ventajismo y la cerrazón. De verdad que es fácil. Pongámonos a ello. Otro día hablaremos de la financiación de los partidos políticos.

La situación de bloqueo en la que se ha sumido la política española, imposibilitando la formación de gobierno, podría resolverse con una reforma de la ley electoral que estableciese una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados

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