Por
  • Francisco Bono

Sin planificación no hay paraíso

España necesita un plan para avanzar hacia el futuro.
España necesita un plan para avanzar hacia el futuro.
POL

Encaramos el último trimestre de 2019, fecha en la que se han cumplido sesenta años del Plan de Estabilización de 1959. Un hito que merece ser recordado porque representó el primer intento del gobierno franquista para abrir la economía a un cierto liberalismo y al exterior, en un momento en el que el modelo autárquico agonizaba gravemente.

Hay momentos en la historia que precisan de una gran transformación. Lo fue el citado Plan, como también lo fueron los Pactos de la Moncloa. Aquellos planes venían a poner en práctica transformaciones drásticas que la sociedad necesitaba, al igual -mucho nos tememos- que nuestro país requiere en la actualidad, aunque no puedan establecerse paralelismos concretos entre ambos momentos. Pero en algo hay coincidencia: las sociedades necesitan hoy día un cambio de rumbo y para ello es imprescindible que los gobernantes tengan claridad de ideas, en primer lugar, y sean firmes en la toma de decisiones después.

Y esto viene a coincidir en España con la convocatoria de unas nuevas elecciones generales, en las que el nuevo escenario de multipartidismo nos aboca a otra campaña que promete ser larga y tediosa para los sufridos ciudadanos (la ciudadanía como suele decirse ahora). Una nueva campaña, eso sí, que a buen seguro no se va a ocupar de todo aquello que realmente es decisivo para la sociedad y que va acondicionar nuestro modelo de vida futuro. Realmente, lo que a mí me gustaría escuchar son debates, en materia económica, como los que relaciono a continuación.

Me gustaría, para comenzar, que los partidos políticos se pronunciaran de una vez por todas sobre el futuro del Estado de bienestar, piedra angular de una adecuada cohesión social. Es decir:

¿Cómo va a cambiar el sistema de pensiones? Nadie duda de que seguirán pagándose las prestaciones sea cual sea el agujero financiero que exista en las cuentas de la Seguridad Social, pero hay extrema curiosidad por conocer cómo se piensa cubrir ese creciente desequilibrio.

¿Cómo se van a garantizar las prestaciones de la sanidad pública? Porque es innegable que se encuentra cada vez más sobrecargada de costes y con mayores problemas para atender las largas esperas de muchas especialidades a pesar de la indudable profesionalidad demostrada por el personal sanitario. 

• ¿Se piensa realizar un análisis riguroso y en profundidad sobre el entramado de subsidios, subvenciones, ayudas, etc.?

Y todo lo anterior, como es bien sabido, es consecuencia del desfase entre el número de personas que entran a cotizar respecto de las que demandan las prestaciones y coberturas públicas. Pensando a medio plazo, pone los pelos de punta observar la pirámide de población en España, dada la bajísima tasa de natalidad que nos caracteriza. 

Por otra parte, esa bajísima natalidad agrava uno de los problemas más acuciantes en nuestro país: la despoblación, que por cierto no solo afecta a las zonas rurales sino también a localidades urbanas de baja dimensión demográfica. La ‘España vacía’, que tan acertadamente denunció nuestro paisano Sergio del Molino (no sé a quién se le ocurrió inventarse después eso de la España ‘vaciada’...), lleva camino de acentuarse y no termina de aparecer ningún planteamiento de solución serio por parte de las organizaciones políticas, más allá de buenas intenciones. 

Junto a todo lo anterior, deben abordarse las cuestiones comunes a todos los países del planeta, como el incremento de la productividad del sector productivo (clave para la mejora de los salarios y del bienestar en conjunto), los desafíos tecnológicos, la adaptación de la educación a los nuevos empleos, el desafío de los movimientos migratorios, al aumento de las desigualdades sociales y toda una lista de problemas a los que debemos enfrentarnos en el siglo XXI.

Como guinda del pastel, España debe meditar su estrategia como miembro de la UE y su contribución a una mayor cohesión, dado lo que nos jugamos dentro del nuevo escenario de poder político y económico global.

Quizás ha llegado el momento de elaborar un Plan para abordar los desafíos que van a condicionar nuestra vida futura. Deberían pensar los partidos en la conveniencia de pensar en global, más allá de los temas del rabioso corto plazo. Aunque mucho me temo que la campaña electoral no va a discurrir por esos derroteros. Es posible que las preocupaciones sean otras... aunque sin planificación a largo plazo es imposible acercarse al paraíso.

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