Por
  • Javier Usoz

Universidad de Oxford

La Universidad de Oxford.
La Universidad de Oxford.
Oxford

Paseando por Oxford este verano, rememoré ‘Visita a la Universidad de Wildstone’, de Les Luthiers, el combo de músicos y comediantes argentinos. Hace cuarenta años, esa pieza me dio a conocer la actividad que consiste en visitar campus universitarios con solera, si bien nadie imaginaba entonces que se convertiría en un fenómeno de masas, auspiciado por el éxito de las novelas de ‘Harry Potter’, de la británica Joanne Rowling.

Este tipo de turismo es de tal dimensión en Oxford que la Universidad lo ha incorporado oficialmente a su promoción. Así, su página web destaca que la ciudad recibe 7 millones de visitantes al año, haciendo que los establecimientos locales ingresen 780 millones de libras. Desde luego, es una cuestión de prestigio, ya que la Universidad de Oxford y su complejo de ‘colleges’ se financian por otras vías, esencialmente privadas, tanto externas, de apoyo a la investigación, como referidas a recursos y negocios propios. Las matrículas suponen el 15% de sus ingresos y los fondos públicos, solo el 8%.

En todo caso, confieso que me dicen poco las bibliotecas, los museos, los frontispicios, los patios y demás dependencias de la institución. Desde mi humilde condición de académico reptante, entiendo que la grandeza de Oxford no está en esos espacios, sino en un estilo de trabajo metódico y riguroso, ejercido por un selecto ramillete de docentes y discentes, cuyas mentes maravillosas disponen de un presupuesto anual que se acerca a los 3.000 millones de libras, doce veces superior al de la Universidad de Zaragoza, pese a que en esta se matriculan cada curso 10.000 estudiantes más.

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