La vuelta al cole

Niños de 4 años del colegio Parque Venecia de Zaragoza entran a clase esta mañana.
Niños de 4 años del colegio Parque Venecia de Zaragoza entran a clase, ayer.
Oliver Duch

Todos los comienzos de curso son complejos. Se suman, junto a la apertura de nuevos centros, a los que hay que dotarlos adecuadamente, nuevas propuestas de mejora del sistema. Para conseguir evitar las disfunciones que suele producirse, no terminar en tiempo y forma las nuevas construcciones escolares, es fundamental tener una buena planificación que debe de realizarse en un periodo adecuado de tiempo. Mi experiencia de nueve años en programar y preparar cursos escolares me ha enseñado a valorar y respetar a las personas que trabajan para que todo esté a punto, fundamental el equipo directivo y docente de los centros.

El curso escolar comenzó ayer, 10 de septiembre, con un total de 108.976 escolares. Cada año se incorporan nuevas propuestas. Una es la expansión de la escolarización anticipada a los dos años, un 70% más que el curso pasado. En total, se ofertan más de 400 plazas para alumnos de dos años. La segunda propuesta novedosa es el estreno del sistema del banco de libros, tras tres años de espera. Dicho banco es impulsado por la DGA, del que se benefician este curso 49.117 alumnos aragoneses. Ambas medidas sirven para reforzar el carácter inclusivo del sistema, lo que implica observar los principios de igualdad de oportunidades, no discriminación, accesibilidad universal. Es necesario reforzar y asegurar un enfoque de equidad, igualdad de oportunidades y calidad en todos los niveles, orientando la estructura de la inversión para atender a la diversidad.

Respecto al primer ciclo de Educación Infantil se ha instituido en uno de los principales recursos para la conciliación de la vida laboral y familiar de muchos padres y madres que, cada vez más, optan por recurrir a una guardería antes que a los abuelos o familiares. Pero, junto con el carácter de apoyo a las familias, hemos de señalar el papel educativo, más allá del papel asistencial y de cuidado ante las necesidades familiares, constituyéndose en una medida de mejora de la equidad social.

Son muchas las investigaciones que han marcado la importancia de tener acceso a centros educativos antes de la edad de escolarización obligatoria, sobre todo en la población más desfavorecida económica y culturalmente, tanto por la repercusión en el desarrollo actual de los niños como por los beneficios en su futura escolarización. Ahora bien, las estadísticas revelan que la mayor parte de los escolarizados son de familias de clase media cuyos padres tienen niveles formativos elevados. En nuestra Comunidad se constata, según el Informe de Infancia en Aragón 2017, realizado por Unicef, que 1 de cada 5 padres/madres encuestados declaran no poder llevar a su hijo/a a la guardería por motivos económicos. Es necesario disponer de plazas suficientes y dar apoyo a las familias para que puedan escolarizar a sus hijos e hijas en esta etapa educativa, especialmente a aquellas que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad o tienen hijos con algún tipo de discapacidad.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible exhortan a los gobiernos a «velar por que todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y a una enseñanza preescolar de calidad». Para que la educación cumpla su función de agente catalizador de la equidad debe comenzar con intervenciones en la primera infancia que ayuden a mitigar las desventajas que afectan a los niños nacidos en entornos de pobreza y analfabetismo. Además, hay una cuestión fundamental: la desventaja de los alumnos en riesgo está vinculada a la injusticia social, y la escuela no va a ser capaz de paliar esa injusticia solo con una intervención académica. Tiene, por tanto, que haber además una intervención social sistémica. Dado que el derecho universal a la educación no se agota en el derecho a la escolarización, sino que es la aspiración por una verdadera educación de calidad que dote de oportunidades a cada niño y joven. La asistencia al primer ciclo de Educación Infantil es para estos niños y niñas un factor compensador muy potente y una valiosa herramienta para hacer una apuesta fuerte por una educación más inclusiva. Invertir en una atención y una educación de calidad en la primera infancia comporta un doble beneficio de justicia y de eficacia.

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