Transmitir un poco de confianza

DGA. EDIFICIO PIGNATELLI. VISTAS/ 20-09-2016 / FOTO: H A
La parálisis de la política nacional no debe impedir que las instituciones aragonesas empiecen a funcionar.
Guillermo Mestre

El verano que termina no ha contribuido en nada a mejorar el alicaído prestigio de la política y de los políticos en nuestro país. Y el otoño que asoma no permite pronósticos favorables. Nos espera o una prolongación del bloqueo, elecciones mediante, o un gobierno débil, pendiente del apoyo de fuerzas opuestas a los fundamentos básicos del orden constitucional. Eso, en el nivel nacional. Pero -en estas circunstancias afortunadamente- nuestra estructura político-administrativa tiene más niveles. En Aragón, tanto en la comunidad como en los ayuntamientos, tenemos ya formados gobiernos que, en principio, cuentan con una base suficientemente sólida para empezar a trabajar. Para empezar a resolver problemas. Esta es -o debería ser- una de las ventajas de un Estado descentralizado como España. Aunque el centro ande perdido, como pollo sin cabeza, los órganos políticos territoriales y locales tienen un amplio margen de competencias y de recursos para actuar. Así que no todo está paralizado. Los aragoneses esperamos mucho de ese nuevo Gobierno autonómico y de esos ayuntamientos recién conformados. Esperamos, por ejemplo, que, para variar, presenten en tiempo y forma sus presupuestos. Y que, desde el primer día, se esfuercen por contrarrestar la incertidumbre y el hastío que provoca la parálisis del centro. Sin excusas.

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