En el Pacto Mundial por el Desarrollo Sostenible (ONU) se formularon 17 objetivos (ODS) y 169 metas que pretenden promover y fortalecer los derechos humanos, económicos, sociales y medioambientales. En ese contexto, hay que plantearse de qué forma las universidades pueden contribuir a dar una mejor respuesta a los grandes retos de la sociedad global, en particular, al desarrollo de una economía inteligente y con valores que favorezcan una mayor cohesión social y territorial.

La investigación es generadora de conocimiento y, en última instancia, fuente de desarrollo de un Estado, una región o un territorio. Si la Universidad ha de adaptarse a las demandas sociales y ha de procurar el enriquecimiento global del marco geográfico en el que se inserta, ha de impulsarla y protegerla. No solo porque contribuye a incrementar el prestigio de la propia institución universitaria, sino porque los beneficios sociales que conlleva son generadores de riqueza y progreso. Estos planteamientos exigen un compromiso con la renovación de los conocimientos que, de esta forma, guardarán mayor conexión con el propio desarrollo en un mundo global. El diseño de proyectos o la creación de equipos de investigadores es tarea fundamental de la Universidad. Existe una obligación de servicio a la comunidad, tanto por parte de los docentes como de la institución en su conjunto. El conocimiento se ha convertido en el alfa y el omega de la producción de riqueza. Por ello, su consecución y distribución es un reto para las democracias avanzadas.

Yolanda Gamarra es catedrática de Derecho Internacional Público y RR. II.