Prodigios de Londres

'Traffic marshalls' trabajando en una obra en Londres.
'Traffic marshalls' trabajando en una obra en Londres.
J. U.

Frente a lo que pasa en los demás grandes metros que conozco, todas las estaciones del de Londres, cerca de trescientas, disponen en todo momento, diecinueve horas al día, de una o varias personas que ejercen la función de ‘customer assistant’. Esta no consiste en controlar los accesos, de lo que se ocupan la moral social y unas efectivas barreras mecánicas, sino en estar a disposición de la clientela, por más que la gente suela transitar con urgencia y apenas reclame sus servicios.

La pervivencia de esta institución es prodigiosa. Superó la privatización del sector público emprendida por los gobiernos de Margaret Thatcher, en los años ochenta del siglo XX, y se ha mantenido incólume en tiempos de graves crisis económicas. Además, el salario de dicha actividad es de más de 32.000 libras anuales, cifra que no está nada mal, cercana a la media del Reino Unido, aunque sea la mitad de lo que cobran, en la misma empresa, de propiedad municipal, quienes conducen los trenes de una de las redes de transporte urbano con los precios más altos del mundo.

Por si fuera poco, he comprobado que la legislación británica impulsa prodigios semejantes también en el sector privado. Es el caso del ‘traffic marshall’, que, a diferencia del anterior, es oficio de inmigrantes. Por 26.000 libras anuales, estos individuos, que suelen formar cuadrillas, solo se ocupan de facilitar que los vehículos entren y salgan de las zonas de obras. Como esto sucede de uvas a peras, se ve al personal desocupado y charlando en lenguas foráneas, dando una imagen muy poco británica. Seguro que el ‘brexit’ la mejorará.

jusoz@unizar.es

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