Un mes crucial
A un mes de que el socialista Pedro Sánchez afronte un segundo intento de investidura y pese a la última oferta de Podemos, la sensación de bloqueo y enrocamiento políticos crea una creciente incertidumbre. Los retos que España tiene dentro y fuera de sus fronteras no pueden aguardar a una repetición electoral que, de antemano, tampoco es garantía de solución.
En una coyuntura internacional realmente complicada, la economía española sigue resistiendo aun con síntomas de ralentización y desafíos múltiples. El último, el informe del Bundesbank que alerta de que Alemania, la gran locomotora europea, puede entrar en recesión en el tercer trimestre provocando un efecto contagio que se antoja infranqueable. No es la única amenaza, pues a ella se suma una auténtica conjunción de circunstancias desfavorables –la guerra comercial entre EE. UU. y China y la posibilidad de un ‘brexit’ sin acuerdo, muy particularmente– que hacen imprescindible un gobierno que pueda hacer frente, sin la debilidad ni los condicionantes de la interinidad, a todos esos desafíos. También a los internos, pues es una evidencia que el largo periodo electoral vivido este año, con sus prorrogas presupuestarias y un gobierno central en funciones, no es la mejor manera de encarar el futuro. Ahí está el ejemplo mollar del empleo, que crece menos que nunca en verano. O el del mismo Aragón, que sufre el bloqueo de 400 millones en transferencias estatales y el lastre de su propia prórroga presupuestaria con una fuerte caída inversora. En este panorama, la sensación de bloqueo y enrocamiento políticos por meros intereses personales y partidistas, que se anteponen incluso al general, resulta inadmisible. Sánchez tiene un mes –antes del 23 de septiembre– para garantizar la investidura y evitar unas elecciones que dejarían indefenso al país ante todos estos retos insoslayables. O lo consigue o habrá que buscar alternativas.
