Sánchez, entre susto o muerte

El Congreso, durante la votación de investidura.
El Congreso, durante la votación de investidura.
Zipi / Efe

Nadie dijo que fuera fácil, pero nadie esperaba que fuera tan difícil. El ‘gobierno bonito’ envejece, está en riesgo de deshacerse como los sueños de Don Quijote, en humo y cenizas.

Tras el resultado de ayer, no por previsible menos duro, el presidente en funciones se enfrenta a la amarga disyuntiva de una coalición que no quiere, pero necesita para mantenerse en el poder, o la repetición de elecciones. El PSOE lanzó ayer una nueva oferta a Podemos, en plan límite 48 horas, pero acaricia en secreto la esperanza de que el PP se abstenga en septiembre si el acuerdo no llega a puerto. 

Los papeles se han invertido en el debate de investidura. Pablo Iglesias parecía el renacido, dispuesto a vengarse de los desaires de Sánchez y a vender a un alto precio sus malos resultados electorales. Pablo Casado había recuperado su talante y se veía cómodo en su escaño. Santiago Abascal tiró de argumentario pero no sacó la artillería pesada. Albert Rivera fue el único que siguió fiel a su estrategia de cara de perro contra Sánchez. Al terminar, el desgobierno seguía allí. Sánchez se debate entre un matrimonio forzado o una campaña sin ‘viernes sociales’ y de incierto resultado. No se sabe qué habría pasado si a la petición a PP y Cs para que se abstengan hubiera añadido un buen señuelo en forma de programa.

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