Por
  • María Pilar Benítez

Curso escolar

Termina el curso y las aulas se quedan vacías.
Termina el curso y las aulas se quedan vacías.
Asier Alcorta / HERALDO

Hace poco terminó el curso escolar y, en mi centro, el IES La Azucarera, se despidió el equipo directivo que, a lo largo de él, ha trabajado sin descanso, de forma tan eficaz, de forma tan humana.

Por estos motivos, recordé el último día un poema de Elena Walsh, que dice que "en una cajita de fósforos / se pueden guardar muchas cosas. / Un rayo de sol, por ejemplo. / (Pero hay que encerrarlo rápido, / si no, se lo come la sombra.) / Un poco de copo de nieve, / quizá una moneda de luna / botones del traje del viento, / y mucho, muchísimo más".

Si todo eso cabe en una cajita de fósforos, imaginen lo que cabe en un curso: la ilusión del encuentro y el último sol del verano, las programaciones, las primeras hojas arremolinadas del otoño, la diversidad, la tiza entre los dedos, los nervios de los compañeros en prácticas, ráfagas de cierzo a granel, la llegada de ‘menas’ en pateras y olas anudadas, la niebla que borra la ciudad, un coro que canta, ciencia que vive, poesía que se lleva, fronteras que se cruzan, Erasmus que viajan, los primeros pétalos en la repisa del invierno, las tardes en el AUNA, en la CCP, en el claustro, en el consejo escolar, en las juntas de evaluación, la lluvia que raya el patio, los exámenes y las memorias finales, el primer sol del verano, la melancolía de la despedida…

Y cabe mucho más, porque en un año escolar, como en una cajita de fósforos, continúa el poema de Elena Walsh, "se pueden guardar muchas cosas. Las cosas no tienen mamá". Por eso hay que cuidarlas.

María Pilar Benítez es profesora y escritora

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