Por
  • José María Serrano Sanz

Humildes aceras

Los vecinos de la avenida de Navarra avanzan hacia el arreglo de sus aceras.
Muchas aceras de la ciudad necesitan un arreglo
AVV Avenida de Navarra.

Querido alcalde Azcón: 

Sé que en estas primeras semanas en el cargo habrá recibido mil ideas sobre lo que debería hacer para dar a nuestra querida Zaragoza ese impulso que necesita y se merece, aparte de las que Vd. mismo tiene. Tareas no faltan, desde luego. Por eso estoy seguro de que muchas de las propuestas que le han hecho no solo son ideas bienintencionadas, sino extraordinarias y ambiciosas.

La mía es de otro orden, tan modesta que acaso no le dé ni votos, o eso ha debido de pensar alguno de sus antecesores, a la vista del poco interés puesto en el tema. Mi propuesta es que nos arregle y nos conserve las humildes aceras zaragozanas. Todos pasamos una buena parte del tiempo en ellas, así que nuestra calidad de vida también depende de su estado. Y –seguro que Vd. lo sabe– resulta ser manifiestamente mejorable. Varios conocidos míos han dado en los últimos meses con sus carnes en el suelo de las más diversas calles zaragozanas y con sus huesos en traumatología (y no siempre iban mirando al móvil). Ya sabe, una baldosa levantada o bien otra mal hundida. Una vez en trauma o en la rehabilitación han conocido a nuevas personas a las que les había pasado lo mismo y estas a su vez... Es como esos timos de la pirámide, una cadena inacabable. Claro que no todo termina ahí, porque después es un problema subir a las aceras con la silla de ruedas. Alcalde, piense en la gran Zaragoza, pero no se olvide de nuestras humildes aceras.

José María Serrano Sanz es académico de Ciencias Morales y Políticas y catedrático de Economía (Unizar)

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