Órdago de Vox
El partido de Santiago Abascal fue el quinto en discordia en las urnas, pero quiere tener un papel protagonista. La dirección nacional ha decidido ahora renunciar a cualquier cargo en los gobiernos locales o autonómicos conformados por el PP y Ciudadanos, y ha anunciado que se va a situar en el papel de «oposición». Es otro factor de inestabilidad que no ayuda en nada a la gobernabilidad del conjunto de las instituciones políticas del país.
La formación ultranacionalista ha decidido redoblar la presión sobre el PP publicando el acuerdo general rubricado por ambos, confidencial hasta ahora, cuyo supuesto incumplimiento en algunos consistorios ha provocado la protesta de los de Abascal. La consecuencia más inmediata es que Vox rompe todas las negociaciones con el PP y Ciudadanos. La evidencia más clara es Madrid, donde se han roto las conversaciones para la formación del gobierno regional. No obstante, el desmarque de Vox es general y también alcanza a los ayuntamientos de Aragón. Aún está por ver qué consecuencias tendrá en la gobernabilidad municipal, pero, sin duda, aumenta la incertidumbre en un arranque de la legislatura marcado por la inestabilidad.
El órdago de Vox puede tener múltiples consecuencias puesto que el partido de extrema derecha había logrado un papel imprescindible para sacar adelante muchos pactos entre el PP y Ciudadanos. Para empezar, deja en el aire la posibilidad de que se pueda cerrar el acuerdo para la investidura de los presidentes de la Comunidad de Madrid y la de Murcia. Además, llena de dudas los ayuntamientos donde sus votos resultaron decisivos para elegir a los alcaldes: desde Zaragoza a Teruel pasando por Granada, Palencia, Badajoz y Almería, entre otras. Vox y los demás partidos tienen la obligación de dar al país la estabilidad que necesita evitando las maniobras partidistas que pueden llevar incluso a una indeseable repetición de las elecciones.