Sex Education
Siempre había querido poner sex en un titular. Conseguido. Ahora solo espero que los algoritmos de Google hagan su trabajo, me lean trece mil millones de internautas y me vuelvan de oro. Mientras eso sucede, diré que el titular no es gratuito sino que hace referencia a la nueva serie que acaba de estrenar Netflix y que no deja de ser una comedieta de instituto americano, con ínfulas de romper tabúes, pero que se deja ver y entretiene.
Hace un par de años el festival de Cannes se propuso vetar a las plataformas televisivas y cambió su reglamentos para boicotear lo que no se estrenara en la gran pantalla. En unas semanas se entregarán los Óscar y la Roma de Cuarón, producto de la citada factoría, tiene muchas papeletas para dar la campanada. Diez nominaciones para un drama mexicano, en español y blanco y negro. Casi nada.
Quiero decir con esto que hay que saber adaptarse a los tiempos, y que la censura y el torquemadismo no suelen ser buenos consejeros. Que hay que plantar cara a las dificultades no con piedras ni bloqueos, tampoco convocando cruzadas contra el supuesto traidor, sino con espíritu crítico e inteligencia.
De vuelta a la percha de estas líneas, la serie Sex Education también va un poco de eso. De inseguridades, de compañerismo (léase corporativismo) y de crecer ante las dificultades. Es cierto que en la ficción se ve algún que otro culo y se habla de fetichismos y perversiones, pero lo importante es que los adolescentes que la protagonizan solo buscan empatía. También para eso hace falta audacia.