Operación triunfal de Juanjo Bona: Grancasa y Zaragoza le reciben en olor de multitudes

El cantante de Magallón atrajo a unos 1.500 seguidores al centro comercial de Actur, que hicieron fila durante muchas horas para compartir unos momentos con su ídolo

Juanjo Bona, abrazando a una joven seguidora este lunes 22 de abril en el Centro Comercial Grancasa de Zaragoza.
Juanjo Bona, abrazando a una joven seguidora este lunes 22 de abril en el Centro Comercial Grancasa de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Que Operación Triunfo 2023 ha reavivado la llama de la pasión por este espacio, consagrado a los nuevos talentos vocales, es un hecho probado por las cifras, durante y después de su emisión. Que ese impacto ha sido aún mayor en Zaragoza, tierra de la flamante ganadora Naiara y del finalista Juanjo Bona (cuarto clasificado, otro ganador espiritual para miles y miles de fans) tampoco necesita de mucha explicación en la tierra que vio crecer a estos dos jóvenes, designados para el pregón de las próximas Fiestas del Pilar.

Para convencer del fenómeno a todos los demás, gente despistada de la vida o ajena a la existencia de este programa, bastaba con pasarse este lunes 22 de abril por el Centro Comercial Grancasa y ver lo que suscitó un ‘meet & greet’ -encuentro con fans- de Juanjo Bona. Un seguidor del mundo ‘triunfito’ con la suficiente edad para recordar el dato decía que “no había visto así Grancasa desde que se inauguraron sus cines con George Clooney y Arnold Schwarzenegger”. Eso fue en 1997: ha llovido.

Las filas para ver a Juanjo (el encuentro tenía pautado su inicio a las 18.00) comenzaron a formarse unas diez horas antes. Nada más abrir Grancasa (10.00), los seguidores que guardaban fila en el exterior comenzaron a entrar al recinto, y de una vez pasaron a integrarse en el dispositivo de seguridad seguido por el centro para que la fiesta no se tornase en caos.

Orden y concierto... sin concierto (esta vez)

El sistema de la fila llama la atención, pero tiene todo el sentido: una larga fila interrumpida varias veces, con un total de cuatro tramos acordonados, que conducía hasta la isleta central de la planta calle. Allá estaba ubicado el escenario para las firmas y fotografías de los fans con el cantante: en ese punto se desarrolló un sistema de cintas para dibujar un camino en curvas y contracurvas (similar al de los lineales de los aeropuertos) y se comenzó a repartir números por orden de llegada: 700 en total. El número de participantes, empero, terminó siendo muy superior, con una hilera que salía de Grancasa y doblaba incluso una de sus esquinas.

El estimado total de participantes se ha acercado finalmente a los 1.500. “El objetivo de ese sistema -explicaba Miguel Cegarra, responsable de comunicación de la actividad para Grancasa- es garantizar el buen funcionamiento de la actividad. El equipo de seguridad va regulando el paso del público de uno a otro tramo, cuando se van liberando. En las primeros horas de la mañana se ha brindado también un pequeño desayuno por parte de Grancasa: son muchas horas y queríamos que estuviesen lo mejor posible”.

Cegarra tenía su propia anécdota con Juanjo Bona. “Ha sido pura casualidad: hemos coincidido en el vagón del tren por la mañana, viniendo de Madrid. Estábamos frente a frente, en los asientos con mesa central. Obviamente he sido yo el que le ha reconocido: le he saludado, me he presentado y tras decirle mi función en el evento, hemos charlado un rato. Estaba emocionado. De hecho, le he ido pasando vídeos que me mandaba desde Zaragoza una compañera, donde se veía a la gente esperando desde temprano, y no se lo podía creer”.

Emoción pura y dura

Juanjo ha dirigido unas palabras al público congregado antes de empezar la firma, que adelantó su horario previsto casi media hora con la intención de que los 120 minutos programados inicialmente dieran para más encuentros cara a cara. “Sois increíbles, muchas gracias”, espetaba con una gran sonrisa en el rostro, mientras sonaba a todo volumen su single ‘Lo que no ves de mí’ y temas que cantó en OT.

Para sonrisas, las que tenían Virginia y Ana, de 22 y 21 años, al bajar del escenario con sus autógrafos en la mano y ‘selfies’ en los móviles. “Estábamos aquí un poco antes de las ocho de la mañana. ¡Teníamos los números 7 y 8! Nos lo hemos pasado genial. Aquí el trato ha sido superbueno, hasta donuts nos han dado; el amor que tenemos por Juanjo mueve montañas, así que podíamos estar 27 horas más”, explicaba Virginia. En cuanto al resultado final de OT, Naiara (dicho sin acritud por ambas) no hubiera tenido opción si el poder decisorio hubiera recaído en estas dos amigas. “Juanjo era nuestro ganador desde la gala 0. Con él siempre”.

"El amor que tenemos por Juanjo mueve montañas, así que podíamos estar 27 horas más"

Ibrahim, de solo 15 años, sería uno de los reyes de la jornada. Exhibió sus dotes de bailarín desde temprano y ha animado al personal en las largas horas de espera. Nada más despedirse de Juanjo, su alegría era máxima. “Buenooo… A ver, llevo desde las 8.40 de la mañana. Juanjo es un crack, en persona más aún que en la tele. Estuvo en Santa Isabel cantando, fenomenal siempre. Mi abuela le votaba cada semana en OT: es el mejor, se merece todo lo bueno que le está pasando. Me ha dicho que llevaba media mañana viéndome en los vídeos, ¡qué ilusión! Y me ha firmado todo esto”, explicaba el adolescente, mientras sacaba un pequeño arsenal de fotos del artista con la rúbrica del magallonero en cada uno de ellas.

La expectación se extendía a los mirones, que a diferencia del lema que debe adornar a los espectadores del guiñote, no eran precisamente de piedra. Las barandillas de los niveles superiores estaban hasta los topes de gente grabándolo todo, disfrutando del jolgorio, la música y los estallidos de frenesí, cuyos agudos no tenían mucho que envidiar -a escala, claro- a los del Shea Stadium de Nueva York en el último concierto de los Beatles antes de la azotea de Abbey Road.

A ras de suelo, una madre consolaba a su hija de unos ocho años, incapaz por altura de ver con claridad a Juanjo por encima del mar de cabezas hasta que la susodicha -un poco fan también, la joven señora- se subió a la pequeña a los hombros con la advertencia -“dos minutos, que ya me duele el cuello”- de que el esfuerzo no iba a ser prolongado. Lo que sí se ha prolongado hasta el final de la tarde ha sido el evento en sí, con el artista obsequioso en las formas y el esfuerzo. Tiene 20 años en el DNI, pero está madurando a toda velocidad. Sus seguidores, desde luego, confían en que nunca cambie ese carácter bonachón que lleva impreso hasta en su apellido.

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