‘El consentimiento’: La niña, el pedófilo y la sociedad

Hace unos pocos años, con los ecos del ‘Me too’ todavía resonando con fuerza, Francia se vió sobresaltada, es un decir, por el libro denuncia escrito por una editora, Vanessa Springora, en el que relataba su relación sexual con el escritor Gabriel Matzneff cuando este tenía 50 años y ella 13. En realidad, en Francia, el mundillo literario y, en general, el de la cultura sabían desde siempre que Matzneff era un pedófilo y que así lo contaba, incluso, en sus libros, con una total aceptación de los círculos en que este movía. Tanto es así que hasta el ‘sagrado’ Bernard Pivot, que dirigió durante años en la televisión francesa el prestigioso programa cultural ‘Apostrophes’, fue duramente señalado tras una entrevista a Matzneff en la que tanto Pivot como algunos de sus tertulianos reían de buena gana a costa de la obsesión del escritor pedófilo por los niños y las niñas.

Creo que esta introducción era necesaria -si alguien lo considera un spoiler, lo siento, pero todo sucedió así- para entender mejor el sentido de ‘El consentimiento’, segundo largometraje de Vanessa Filho, que se basa en el libro en el que Springora cuenta la manipulación, el abuso y el ejercicio de poder que Matzneff ejerció sobre ella siendo una cría. La película, si me preguntan, es más interesante que buena, pero, sobre todo, creo que es una de esas obras que nunca sobra en una cartelera. Porque, por encima de todo, narra a veces con mucha eficacia, otras con menos, el proceso del que se sirve el pedófilo para controlar a una ya adolescente que queda deslumbrada por el magnetismo y el dominio de las palabras del seductor adulto. Y porque saca los colores a una sociedad también deslumbrada ante un tipo repugnante pero famoso. Quizás funciona peor la resolución de algunas secuencias y el papel de la madre -ni dos dedos de frente-, así como algunas situaciones y ciertos momentos que la cineasta resuelve casi de un plumazo, como si le urgiera dar por cerrada la historia.