‘Voces sediciosas, voces de guerra’… Yeonjoo Park lanzaba con fuerza este recitativo previo al aria señera de ‘Norma’, de Vincenzo Bellini: la archiconocida ‘Casta diva’. Un aria popularizada en anuncios de perfume, tan hermosa como vocalmente exigente, que la soprano negoció combinando su carácter dramático con el bello estilo belcantista que empapa la partitura del gran Bellini. Park lució voz límpida y elástica desde las notas agudas hasta las más graves, que alcanzó con solidez. Apoyándose en un ‘fiato’ de gran desarrollo y en un amplio sentido del canto ligado, se desenvolvió con solvencia en este rol tremebundo vocalmente, con una partitura matadero de voces, que cuando Leyla Gencer, Joan Sutherland, Montserrat Caballé y Renata Scotto dejaron la escena vivió esperando un nuevo milagro que parece ir tomando cuerpo.

El tenor Haruo Kawakai estuvo notable, como Pollione, en la marcial ‘Meco ll'altar di Venere’, con una expresión correcta, afinada y emocionante. Rasgos que mantuvo en sus dúos con Norma, donde se esforzó por emitir sus frases con la profundidad, consistencia y anchura que exige el dramatismo de este personaje. Ardua tarea para quien viene de interpretar repertorio de tenor lírico-ligero (Ottavio, Tonio). Y mantuvo su empeño en ‘Va, crudele... Vieni in Roma’, a dúo con la mezzo Leonora Ilieva, Adalgisa, bajo la batuta rectora de un Martin Mazik siempre preciso.

Ilieva lució voz grave de mezzo auténtica, con una primera octava rotunda en su aria ‘Sgombra è la sacra selva’, y el bajo Viacheslav Strelkov pudo lucir más su oscura voz, que fue absorbida reiteradamente por coro y orquesta. Bien los comprimarios, todos resaltados por una escenografía dinámica con técnicas de proyección actuales de gran impacto visual, como esas grandes llamaradas en la impactante escena final.