MÚSICA Y CINE. OCIO Y CULTURA

Muere, a los 47 años, el músico y cineasta de un sinfín de causas perdidas, Arturo Hortas

Nacido en Logroño, se formó en Zaragoza, y mostró su compromiso con el agua, los indígenas y la ecología, e hizo discos en solitario como 'Padre Ebro'

Selfie con María Dantas y Cristina Giagnotti en Madrid diciembre 2021. Arturo Hortas está en el centro.
Selfie con María Dantas y Cristina Giagnotti en Madrid diciembre 2021. Arturo Hortas, con gorro azul, está en el centro.
Arturo Hortas.

Se ha sabido demasiado tarde. Hace unos días, a los 47 fallecía el cantante, productor musical, realizador de cine y profesor Arturo Hortas (Logroño, 1976), que había hecho el grueso de su vida en Aragón, y especialmente en Zaragoza, donde ha dado muestra constante de sus inquietudes, de su pasión por vivir y de un elevado compromiso con su sociedad. Varios de sus amigos del cine y de la música decían ayer para HERALDO.ES: “A todos aquellos que hemos compartido un trocito de su camino de vida, nos ha contagiado su amor por la naturaleza y por el ser humano. Ha sido el puente capaz de comunicar mundos muy diferentes con su cercanía emocional, sensibilidad, creatividad, compromiso y amistad. La red humana y emocional que ha sido capaz de crear es muy valiosa tanto profesional como emocionalmente, llena de personas maravillosas. Es su mejor legado y regalo para todos los amigos que estamos en ella”.

Su amigo Chema Bello, veterinario y cantautor, añadía: “Ha sido siempre un hombre comprometido con la naturaleza, de fuertes convicciones con la ecología y el medio ambiente, muy trabajador, una de esas personas que tocaba muchos palos. Para mí ha sido fundamental: es el productor musical o director artístico de tres de mis discos: ‘Cruzando por aquí’ (2007), ‘En edad de merecer’ (2012) y ‘Melodías al olvido’ (2019). Me ayudó en todo: con los arreglos, con las letras, tocando la guitarra e incluso con segundas o terceras voces”.

"La red humana y emocional que ha sido capaz de crear es muy valiosa tanto profesional como emocionalmente, llena de personas maravillosas. Es su mejor legado y regalo para todos los amigos que estamos en ella”.

Ahora Arturo Hortas descansa para siempre en el cementerio de La Cartuja: “Hablábamos por ‘wasap’ constantemente. Realizó varios viajes a Ecuador, y allí filmó varios documentales. Hacía muchas cosas, pero era humilde, casi tímido. No quería darse el moco y no buscaba destacar, aunque se sentía orgulloso de lo que había hecho”. En la música grabó varios discos, como ‘Padre Ebro’ (2004) o ‘12 recetas para comerse la cabeza’ (2006), y participó en varios discos colectivos -entre ellos Cantautores de Aquí y de Ahora o ‘Los nubepensadores’, basado en la obra de Emilio Gastón- y fue asiduo componente del grupo Monte Solo de Pepe Gastón y otros, con quien grabó ‘Homenaje a Rey del Corral’, ‘Opi Niké’, ‘Moncayo Mágico’ o ‘Agua’, entre otras producciones.

Una de las fotos que usó en su 'wasap'.
Una de las fotos que usó en su 'wasap'.
Arturo Hortas.

Asiduo colaborador con Ecozine y activo profesor de talleres de casi todo (sonido, producción musical, lecciones de guitarra, etc.), ha realizado un buen puñado de cortometrajes y documentales. “Era él -decían ayer sus amigos– quien lleva la cámara”. Entre otros, cabe señalar ‘En la mitad del mundo’ (2009); uno de los más famosos y galardonados entre los suyos fue ‘Sucumbíos. Tierra sin mal’ (2011), que recibió el Premio Survival Internacional en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Barcelona y participó en más treinta festivales de diez países del mundo; ‘Yasuní del bien vivir’ (2012), ‘Las fronteras del glifosato’ (2020) o ‘Colonos. Aquellos pueblos nuevos’ (2022). 

“Me he criado en Biescas y me he bañado desde niño en el Gállego, recuerdo los plastones de desechos que veía de chaval y me preguntaba qué eran”

“Esta historia podría comenzar hace cuatro años, en un maravilloso encuentro en Jánovas, con algunos amigos, activistas y defensores de los ríos. En aquel encuentro estuvo presente Gustavo Castro, la última persona que vio con vida a la activista hondureña Berta Cáceres. Tiempo atrás, Berta murió en sus brazos y Gustavo salvó su vida milagrosamente. Pero esta historia también se podría empezar a relatar después de la guerra civil española, cuando los planes de colonización de las tierras baldías condujeron a muchos españoles a habitar esos pueblos nuevos. En 1949 se aprueba la Ley de Colonización y Distribución de la Propiedad de las Zonas Regables, por la cual las denominadas 'Tierras en exceso' serían destinadas a la instalación de los colonos en unidades familiares de explotación. Los colonos fueron elegidos en función de sus niveles de renta, aunque frecuentemente podían provenir de pueblos inundados por los pantanos. Este documental muestra una breve pincelada de las vidas de aquellas personas”, escribió en el tráiler de su documental en https://www.youtube.com/watch?v=fjx4TUxOSPs. Palabras que definen su sentido cívico y su posición ante las injusticias.

Algo que había hecho antes con ‘Discovering lindane. El legado de HCH’ (2016), de Arturo Hortas, una historia sobre la situación del lindano en Sabiñánigo y las acciones para avanzar en su descontaminación, documental que recibió el premio Félix de Azara. Comentó a propósito de esta obra: “Me he criado en Biescas y me he bañado desde niño en el Gállego, recuerdo los plastones de desechos que veía de chaval y me preguntaba qué eran”. En 2014, con Judit Prat realizó 'El mal viaje de Daisy', la historia de superación de un problema de droga.

Una de sus fotos más conocidas: siempre estaba a pie de cámara.
Una de sus fotos más conocidas: siempre estaba a pie de cámara.
Archivo Arturo Hortas.

Activista solidario y ecologista, defensor de la naturaleza y del agua, de los indígenas y de la convivencia, siempre quiso ser un embajador entre esta orilla del mundo, Zaragoza, y Sudamérica. Quizá por ello, Chema Bello le había dedicado la canción ‘Hasta mi ciudad’. En los últimos tiempos, alternaba sus numerosas pasiones con sus clases en el instituto de Montalbán. También había dado clases en Teruel. Seguro que estos días, de haber podido verla habría disfrutado con ‘La estrella azul’ de Javier Macipe. Mauricio Aznar y él compartían la pasión por la música del otro lado del charco.

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