Por
  • Gonzalo de la Figuera

Crudo Pimento: Radicalismo de la huerta

Crudo Pimento tocó en la sala López.
Crudo Pimento tocó en la sala López.
C. P.

Crudo Pimento, el producto más lisérgico de la huerta murciana, pasó casi de incógnito el sábado por Zaragoza: la muy escasa promoción de su concierto tuvo como consecuencia que el singular dúo formado por Raúl Frutos e Inma Gómez actuara en una sala López semivacía. Una verdadera lástima, pues estamos sin duda ante uno de los proyectos sonoros más agitadores y heterodoxos que jamás han existido en este país; música para oídos audaces y poco apta para espíritus timoratos.

Así, el espectador asiste más bien perplejo al insólito ejercicio de un individuo, Raúl Frutos, tocando al mismo tiempo la guitarra eléctrica -con la mano izquierda sobre el mástil- y la batería -con la derecha y el pie en el bombo-, mientras su compañera Inma Gómez golpea con una baqueta un bajo destartalado o toca una marímbula hecha con una caja de pimentón de su tierra. Entre ambos, desatan una abrupta tormenta sónica que deja descolocado a cualquiera, combinando músicas populares y experimentación radical para elaborar un personalísimo discurso en el que conviven retazos de folclore y ruidismo hardcore, ecos de blues asilvestrado y aproximaciones al flamenco, pinceladas de reggae y dub con trazas de rock industrial, entre otros muchos y variopintos ingredientes.

crudo pimento ****
Componentes:Raúl Frutos, voz, guitarra, batería; Inma Gómez, bajo y marímbula.
Presentación:Su último disco, ‘El Carmen 13:7’.
Lugar:sala López de Zaragoza.

Piezas como ‘Grande es la ciudad para un pequeño mono que grita’, ‘Con sangre de quien te ofenda’, ‘Yo vine a traer la guerra’, un ‘Allohawaii bodoque’ que se retuerce sobre sí mismo y estalla en mil pedazos, ‘Pantame’, ‘Garra y padre’ o ‘Cadáver divertido’ dejan al oyente extenuado por el intenso fragor que desprenden, mientras que sus incursiones flamencas (en forma de tientos, verdiales o saeta) desde una perspectiva distorsionada les emparentan con el Morente de ‘Omega’ pasado por un puchero alucinógeno. Imposible clasificar a estos murcianos marcianos con otra etiqueta que no sea la de su propio nombre.

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