Ana Tijoux: Vida, rimas, danza, conciencia
Una década hacía que la chilena Ana Tijoux no publicaba nuevo álbum, pero sin duda la espera ha valido la pena: “Vida”, que en la noche del domingo presentó en el Centro Las Armas, es un espléndido catálogo sonoro que conecta el hip hop y las músicas urbanas del tiempo presente con las raíces latinoamericanas. Y, si el disco resulta altamente estimulante, la puesta en escena no lo es menos, reafirmando a la Tijoux –a quien vimos por primera vez en Pirineos Sur allá por 2015- como una de las voces más personales y sugestivas de la música latina contemporánea.
Hay que decir, de entrada, que Ana no es una rapera al uso: es una cantante más que notable que utiliza el rap como forma de expresión. Y en vivo no se acompaña por un DJ que dispara bases rítmicas, sino por un trío de músicos (teclados, bajo y batería) que proporcionan color, carnosidad y groove más que sobrado para poner en danza a una variopinta parroquia en la que cabían desde veinteañeras a sexagenarios. Mas la propuesta de Tijoux no solo invita al movimiento, sino que sus textos y rimas poseen conciencia, compromiso, activismo positivo, sin caer en consignas simplistas.
Y, por supuesto, están las canciones, en las que la artista chilena exhibe flexibilidad y estilo, mirada abierta y sin complejos, hermanando de manera brillante las formas del hip hop, el r’n’b y las texturas electrónicas con resonancias andinas, ritmos cumbieros, aproximaciones al reguetón. Así, piezas como ‘Niñx’, ‘Millonaria’, ‘Vengo’, ‘Tania’, ‘Bailando sola aquí’, ‘1977’, ‘Vida’ o ‘Sacar la voz’ atrapan y seducen a cualquier oyente de oídos desprejuiciados. El colofón final, con ese himno feminista titulado ‘Antipatriarca’ y la irresistible ‘Fin del mundo’, sirvieron para certificar que sí, que hay música popular de gran calidad hoy en día más allá de triunfitos y lolasíndigos de chichinabo. Solo es preciso abrirse de orejas.