Como cada año ante la proximidad de los Óscar, la cartelera va recibiendo los títulos nominados en alguna de sus categorías. Es el caso de ‘Las cuatro hijas’, un documental de producción tunecina candidato a esa estatuilla junto a trabajos como ‘20 días en Mariupol’ y ‘La memoria infinita’, que ha realizado y escrito Kaouther Ben Hania y que oscila entre la ficción y la realidad. Lo que cuenta es todo cierto, pero echa mano de actrices profesionales para encarnar determinados. Si alguien acude al cine sin referencia alguna, se encontrará a una mujer y a sus dos hijas preparándose para contar una parte de su vida pasada y otra parte, muy importante también, de su presente. Así, ante los ojos del espectador va desfilando una familia formada por mujeres, al frente a las cuales hay una madre exigente, de mano dura y, en ocasiones, demasiado pendiente de que sus hijas no caigan en el pecado. Dos de las cuatro, las dos más mayores, tienen incluso problemas porque, según sabremos, antes les encantaba ir a la moda gótica. Su historia de fanatismo, docilidad y sumisión no está haciendo más que empezar.

Tal y como se va desarrollando el documental, entre recuerdos, penas y, también, alegrías, se puede intuir que, aun desarrollándose en Túnez, los elementos extremistas, el fanatismo y el ISIS no quedaban demasiado lejos de allí, especialmente desde 2011 en adelante. Pero no es solo esta presencia y su terrorífico efecto en tantas y tantos jóvenes lo que importa en este documental. Llama la atención la relación que se establece entre la madre real y dos de sus hijas con las actrices que van a interpretarlas y, mucho más aún, cómo la madre explica los pormenores de su vida, su matrimonio, por ejemplo, mientras las hijas cuentan cómo la madre ha sido incapaz de asumir los cambios hacia la modernidad que trataban de abrirse paso en el país.