Nunca he creído que cualquier tiempo pasado fue mejor ni que antes se hacía mejor cine que ahora. Siempre hay cosas buenas por venir y, como en todas las artes, ahora y antes hay y ha habido películas estupendas y muchas mediocres. Tanto es así que este fin de semana, para mi, la obra más interesante que llega a la cartelera se hizo hace setenta y tres años y quien la dirigió cumpliría ahora 120 años, motivo por el cual quienes tienen los derechos sobre la misma han decidido restaurarla, recomponerla de arriba abajo y llevarla a las salas para que puedan acercarse a ella y a su autor aquellos que ni tan siquiera sabían de su existencia. Me estoy a refiriendo al maestro Yasujirö Ozu, uno de los históricos del cine japonés junto a Kurosawa, autor de películas muy elogiadas en su momento -entre las más importantes, ‘Cuentos de Tokio’, de 1953- y del que se acaba de reestrenar ‘Las hermanas Munekata’.

Revisando los argumentos que Ozu manejó en su extensa filmografía se adivina, por un lado, la influencia que tuvo en él la guerra y la derrota de Japón, con la consiguiente y obligada modificación de costumbres, y, por otro, su afán por escudriñar en el interior de sus personajes, analizando la ruptura con los modelos sociales anteriores, especialmente los familiares. Así está presente en ‘Las hermanas Munekata’, un drama en torno a un matrimonio desgraciado, un viejo amor no olvidado y dos hermanas que, a su manera, por sus distintas opiniones, su manera de vestir y su forma de afrontar el papel de la mujer -en esa década de los cincuenta- representan los dos modelos de sociedad de un país que vivía apegado a la tradición, mientras parte de él se abría a nuevas costumbres.

Con este reestreno se recupera una parte de la obra de un gran cineasta, cuidadoso de los detalles, aficionado a los silencios y atento a los gestos. Es como releer un buen libro.