En un colegio, aunque por lo general funcione bien, ocurre de todo. Además del microcosmos social del alumnado están las cuestiones internas que los docentes tienen que saber manejar. La alemana ‘Sala de profesores’, nominada al Óscar en la categoría de mejor película internacional, resalta la complejidad de ese otro lado vinculado a las clases. El director Ilker Çatak describe lo que se agranda el problema que gestiona una docente y las implicaciones emocionales que le acarrea conforme la delicada situación con la familia involucrada daña el ambiente entre los escolares, pone en alerta al claustro y llega a los padres. El grado en el que se resiente la actividad, la posición de la protagonista y los aspectos que contempla a pesar de cómo le afectan los hechos hacen detenerse tanto en su perfil atípico como en los resortes y dinámicas del marco educativo. En la historia asoma el ‘thriller’ por la tensión y la incomodidad presentes en varios momentos, atrayente rasgo envuelto en un tratamiento formal que transmite realismo.

La postura contraria de Carla (meritorio trabajo de la actriz Leonie Benesch) al ‘interrogatorio’ y a la revisión de carteras efectuadas por el centro en relación con unos robos ya aporta interesantes detalles acerca de ella. La manera en la que lleva el aula y resuelve asuntos cotidianos también habla del personaje. Su retrato exhibe una mayor carga de matices cuando la prueba que obtiene se le vuelve en contra y el caso se agrava. Su mantenimiento de la fortaleza convive con instantes en los que inevitablemente se siente superada (la escena del grito terapéutico dice mucho). Y encierra recorrido que incluso en la coyuntura creada siga intercediendo y protegiendo porque considera que las medidas no van a hacer ningún bien al alumno conflictivo. El final (las imágenes del colegio vacío, el gesto con la profesora, lo de la silla) ratifica la inspiración narrativa de Çatak.