Por
  • Carmen de la Figuera

Guerrero, un creador diferente

Eduardo Guerrero, Carmen Linares y Triana Lorite, en el Teatro Principal.
Eduardo Guerrero, Carmen Linares y Triana Lorite, en el Teatro Principal.
Oliver Duch

El flamenco gusta en Zaragoza. Se pudo comprobar en el Teatro Principal con el estreno de ‘Jondo’, un espectáculo concebido por el bailaor Eduardo Guerrero y basado en cinco personajes de García Lorca. La coreografía fusiona el flamenco del propio Guerrero con el contemporáneo de Sharon Fridman, israelita afincado en España.

La obra es rica en todos los sentidos: la coreografía, la música, los textos, las luces, el vestuario… Es una suma de aciertos que enganchan. Es dificil que el público pueda quedarse con todos los detalles que Guerrero quiere resaltar en los personajes (doña Rosita, Adela, don Perlimplín, Mariana Pineda y el Director), pero da igual, porque lo que importa es que verles bailar es placentero. Otra cosa que entusiasma es la grandiosa guitarra de Pino Losada. Su sonido engarza a la perfección con los zapateados de los bailaores, con los demás músicos y, por supuesto, con la esperada voz de Carmen Linares y un cantaor de bonito timbre: Manu Soto.

'jondo' *****
Coreografía:Eduardo Guerrero y Sharon Fridman.
Dirección musical y composición: Pino Losada.
Colaboración especial:Carmen Linares.

En esta coreografía predomina la parte flamenca. El sello contemporáneo se deja ver en los movimientos del grupo, cuando éste se va desplazando suavemente por la escena. En cuanto al trabajo de Guerrero, se deja sentir en sus bailarines. Están todos muy bien: además, las cuatro chicas son como esculturas griegas ‘danzando’, da gusto verlas. Los momentos del grupo, especialmente a partir de los tangos, también son excepcionales. Una gozada. Con el último zapateado de Guerrero y la guitarra de Losada, llegamos al momento cumbre. Son minutos en los que todo es belleza, agrandada por un trabajo de luces muy complejo que logra delinear cada músculo del cuerpo del bailarín. La secuencia es pura expresividad.

Eduardo Guerrero es diferente, pero no como tantos que aseguran serlo. Él sí lo es, fruto de un trabajo serio e interesante.

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