La ópera nace como una construcción simétrica de música y teatro. Música instrumental y vocal, teatro de trama y personajes. Este espectáculo exige un marco escénico apropiado y unas condiciones acústicas sobresalientes, además de un espacio idóneo para los espectadores. El Auditorio de Zaragoza solo cumple a la perfección las dos últimas exigencias, pero no la primera.

A pesar de ello se programan óperas semi representadas o en versión concierto, tanto producidas por el propio Auditorio (las menos) como por empresas privadas, sobre todo la madrileña Excelentia, que tienen su validez porque, como dice el refrán, ‘a falta de pan, buenas son tortas’.

El sábado, día 27, la Orquesta Clásica Santa Cecilia y la coral Excelentia Vocal Ensemble, dirigidas por Kynan John, ofrecieron en la sala Mozart una versión de la ópera ‘La Bohème’, de Puccini, adaptada a las circunstancias. Los papeles estelares corrieron a cargo de la soprano Letitia Vitelaru, como Mimí, el tenor Luciano Botelho, como Rodolfo (en el código QR que facilitó la empresa figuraba Luis Gomes), Manuel Mas, como Marcello, Alejandro von Büren, como Schaunard, Francisco Santiago, como Colline (Iván Barbeitos, según el mencionado QR), y Ruth Terán, también soprano, como Musetta, completando el elenco vocal Antonio Alonso y Víctor Trueba que doblaron y triplicaron papeles (Benoit y Alcindoro; Parpignol, Vendedor y Aduanero).

Sus voces respondieron a la exigencia de la obra, destacando las dos damas y el principal protagonista masculino, el tenor que da vida a Rodolfo. El conjunto vocal tuvo una breve intervención en el segundo acto, que puede calificarse de notable. La orquesta apoyó con suficiencia la actuación de los personajes, subrayando episodios concretos, aunque se echó en falta cierta profundidad en momentos que hubieran exigido mayor carga instrumental.