LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

José Solana: "En general vemos pocas mujeres en la cultura griega, salvo en la poesía"

El catedrático de filosofía y escritor gana el premio Albert Jovell de novela con la historia de dos jóvenes: 'Las chicas de la Academia'

José Solana Dueso alterna el aragonés, la filosofía, el mundo clásico y el arte de la ficción.
José Solana Dueso alterna el aragonés, la filosofía, el mundo clásico y el arte de la ficción.
Archivo Solana.

ZARAGOZA. La novela ‘Las chicas de la Academia’, de José Solana Dueso (Plan, Huesca, 1946), es la ganadora del premio de novela Albert Jovell en su novena edición, un galardón que publica la editorial Almuzara y que concede y convoca cada año la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (Fpsomc).

¿Qué es y qué quiere ser ‘Las chicas de la Academia’?

Es la historia de dos jóvenes, Axiotea y Lastenia, que leen por casualidad la República de Platón, donde dice que los hombres y las mujeres tienen las mismas capacidades. Sorprendidas con tan inusual afirmación en un mundo patriarcal como el griego, corren a la academia y comprueban que todo eso son palabras, que el mundo de la filosofía y la ciencia es solamente para los hombres.

¿Quiénes eran de verdad estas mujeres, cuál fue su aportación y su legado?

Las fuentes antiguas cuentan que entre los discípulos de Platón hubo dos mujeres, Lastenia de Mantinea y Axiotea de Fliunte, que llevaba vestidos de varón. Ellas inician la valerosa historia de mujeres que se tienen que disfrazar de varón para tener acceso a un mundo prohibido, que es el mundo de la ciencia y el conocimiento y el mundo práctico de la política.

¿En qué son distintas, cuál ha sido su aportación a los avances de la mujer en un tiempo nada fácil?

Son distintas por ser primeras en “colarse” en una escuela de filosofía, por ser una mezcla de inteligencia, determinación y astucia para “asaltar” los muros de la academia. Después vinieron algunas otras, pocas, como Hiparquia entre los cínicos o Leoncia entre los epicúreos.

¿En qué sentido eran tan relevantes en la cultura griega y por qué se había hablado poco de ellas?

En general vemos pocas mujeres en la cultura griega, salvo en la poesía, donde hay figuras de primera línea como Safo de Lesbos. Y además de haber pocas, se habla todavía menos o se habla mal. De Safo afortunadamente nos han llegado sus versos, pero también comentarios denigratorios de poetas famosos. La lógica patriarcal conduce a exaltar a la mujer que acepta la sumisión y denigrar a la que rompe el molde de lo establecido.

"Ellas inician la valerosa historia de mujeres que se tienen que disfrazar de varón para tener acceso a un mundo prohibido, que es el mundo de la ciencia y el conocimiento y el mundo práctico de la política"

¿Cómo se ha planteado la novela: cuenta lo que fue, lo que pudo ser, lo que sueñas usted o podrían haber soñado ellas?

Más bien cuento lo que ellas sueñan tras leer que “todas las ocupaciones han de ser desempeñadas en común por nuestros ‘guardianes y guardianas’”. Subrayo el doblete platónico que supongo todavía hoy resulta molesto para oídos que no han debido de leer ‘La Ilíada’ donde hablar de “los troyanos y las troyanas” es bastante frecuente. Eso por lo que respecta a los sueños, porque gran parte de lo que se cuenta se refiere al dolor que produce un disfraz que les obliga a ocultar su condición de mujer y que al final llegan a aborrecer.

¿Qué le debemos a la cultura griega, y a menudo nos olvidamos de su importancia?

La cultura griega sentó los cimientos de la mentalidad occidental. Es importante saber aprovechar el caudal que atesora en filosofía, ciencia, literatura y artes en general, y al mismo tiempo recuperar tantas figuras que, por marginadas y olvidadas, empobrecen el legado clásico. Y eso afecta, en primer lugar, casi en bloque a las aportaciones de las mujeres, y también a corrientes críticas, como los sofistas o los cínicos, que han soportado estigmas infundados, o personajes arrinconados dentro de corrientes o escuelas ‘mainstream’. Séneca es un divo del estoicismo, pero ¿quién se acuerda de Blosio de Cumas?

Difícil. Filósofo estoico preocupado por la agricultura. Recuérdenos los personajes claves...

Además de Lastenia y Axiotea, intervienen dos médicas, Fanóstrata y Hagnódica, que se ven obligadas a soportar en la medicina los mismos jugos que la dos chicas en la filosofía. Los cuatro son personajes históricos que confluyeron en Atenas por ese mismo tiempo, aproximadamente a mitad del siglo IV a.C. Y por ahí andan también el dandi Aristóteles de Estagira o el anciano Platón.

José Solana es filósofo y autor de ficciones. ¿Qué le da la literatura al pensador, al estudioso?

Desde el siglo XIX con Hegel, en la filosofía ha prevalecido la idea de que lo importante son los escritos de un autor y que las vidas individuales carecen de interés. Así los autores que no tienen obra, sea porque realmente no escribieron o por que sus obras se han perdido, quedan fuera de la historia de la filosofía. Eso es hacer de la necesidad virtud, porque, por citar un ejemplo, los cínicos escribieron, pero sus obras no se han conservado. Precisamente, fueron los cínicos los que cuestionaron esa idea y pusieron la acción por delante de la palabra. Nos interesa la persona de carne y hueso, como reclama Unamuno. Para esto se requiere la literatura, para no quedarse en el filosofema frío y desnudo. En este caso concreto, podríamos plantearnos: ¿qué ocurre si un autor plantea en un libro que la ciudad debe ser regida por guardianes y guardianas y al mismo tiempo no admite mujeres en el centro donde se forman estos guardianes/as? Dejar fuera las vidas de los filósofos es al fin dejar fuera la vida y quedarnos con construcciones verbales vacías.

"La cultura griega sentó los cimientos de la mentalidad occidental. Es importante saber aprovechar el caudal que atesora en filosofía, ciencia, literatura y artes en general, y al mismo tiempo recuperar tantas figuras que, por marginadas y olvidadas, empobrecen el legado clásico"

¿Qué ha significado y significa para usted el mundo del Alto Aragón?

La infancia con todo lo que significa, en primer lugar la lengua. Los niños y niñas de mi generación aprendíamos primero, como lengua materna, el habla de nuestros pueblos, enormemente variada, no regulada ni amparada, cuando no abiertamente despreciada. En la escuela se hablaba y escribía castellano, pero salías al recreo y allí te salía el aragonés. Nunca supimos entonces que lo que hablábamos era una lengua propia. La emigración de los pueblo en los sesenta acabó con la transmisión generacional, y ahora estamos en un situación muy precaria. Pero mi pueblo, Plan, sigue allí con su gente y su historia a cuestas.

Retrato ideal de Safo de Lesbos, la gran poeta griega.
Retrato ideal de Safo de Lesbos, la gran poeta griega.
John William Godward.

Ha escrito de Parménides y de Sócrates, por extenso. ¿En qué sentido, diría, está vivo su magisterio?

Para mí (y creo que para muchos que se dedican a la filosofía en nuestros días), los filósofos griegos están allí como referencias, como una especie de guardianes del horizonte. No hay que ver más que a Foucault, Sloterdijk o Heidegger, todos ellos regresando una y otra vez a los griegos. Por no hablar de nuestro Emilio Lledó, el pensador más asiduo y que más frecuenta la patria helena. Ellos nos han señalado ideas muy profundas. Parménides nos dice por ejemplo que el filósofo es (debe ser) como el que esquía fuera de pista o como el que avanza a campo través, que no siempre hay que seguir el camino trillado (los planes de estudio o los grupos de investigación). El tábano de Sócrates está ahí para que nunca olvidemos el oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”.

Con Irene Vallejo, Andrea Marcolongo, Emilio del Río, Nuccio Ordine (ya finado) o Carlos García Gual, entre otros, ¿podría decirse que se ha puesto de moda el mundo clásico?

Me gustaría que no fuera solo una moda, sino una ola que nos empape y que, aunque haya reflujos, quede huella de la riqueza que contiene ese mundo clásico. El hecho de que se confirme la presencia del mundo clásico en las librerías, en los centros de estudio, en la sociedad en cualquier forma, es una buena contribución. Carlos García Gual lleva decenios en la brecha. El libro de Irene ha sido espectacular.

"De Nacho García Valiño guardo un recuerdo muy especial. En algún sentido ha sido mi mejor alumno. Recuerdo su avidez por conocer ese mundo por el que sentía la misma pasión que yo"

De modo metafórico y global, ¿cuál es su mensaje?

En todos mis libros trato siempre de aportar razones, argumentos, experiencias en favor de lo mismo, de reforzar el lado altruista de nuestra sociedad. Eso implica recuperar pensamientos y figuras marginadas, sobre todo en el ámbito de las mujeres, con menos propaganda y menos ruido, pero con más obras.

Le quedan años por delante, desde luego, pero querría saber qué sueños tienes por ahí interrumpidos en lo literario y lo filosófico.

Hay mucho tajo, desde luego. He dedicado bastante trabajo a Aspasia de Mileto. Todavía quedan personajes femeninos importantes dejados de la mano de Dios. Y por lo que toca a la filosofía, me limito a participar con conferencias o ponencias allí donde se me invita, muchas veces vía temática y otras presencial. También colaboro con colegas en actividades docentes o de investigación. Estoy comprometido, además, con el aragonés, como ciudadano y también como miembro de la Academia Aragonesa de la Lengua.

Ganó el Premio Arnal Cavero. Hay mucha gente que le reconoce su magisterio y le dedica mucho cariño. El finado escritor Ignacio García Valiño, por ejemplo; el profesor Luis Beltrán Almería. ¿Qué tipo de profesor has querido ser?

Mi propósito ha sido siempre transmitir y conectar con el alumnado desde la perspectiva de la pasión por la filosofía y por los valores que contiene. De Nacho guardo un recuerdo muy especial. En algún sentido ha sido mi mejor alumno. Recuerdo su avidez por conocer ese mundo por el que sentía la misma pasión que yo. 

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