Por
  • Carmen Puyó

'Perfect Days': el hombre que quiso ser libre

Un momento del filme 'Perfect Days'.
Un momento del filme 'Perfect Days'.
Heraldo.es

Wim Wenders realizó varias películas espléndidas entre finales de los setenta y los ochenta -‘El amigo americano’, ‘París, Texas’, ‘El cielo sobre Berlín'-. Después, sus obras de ficción fueron menos brillantes, aunque firmó documentales tan buenos como ‘Buenavista Social Club’ o los dedicados a Pina Bausch y Sebastiao Salgado.

Hasta hoy, cuando con ‘Perfect days’ abrazamos al Wim Wenders de antes, que recupera el pulso narrativo para la ficción al ofrecer una muy interesante y envolvente historia. El director construye el retrato de un personaje cuyo pasado y razones iremos descubriendo a pinceladas, mediante situaciones que le vemos vivir. En principio, es un hombre corriente, que vive en una casa humilde y se gana la vida limpiando los servicios públicos en Tokio. Lo que se ve en los primeros minutos es qué hace y en qué invierte su tiempo, un día tras otro. Como aún no he superado el desinterés y el sopor que el año pasado me produjo la que algunos consideraron la mejor película de la historia, ‘Jeanne Dielman, 23…’, de Chantal Akerman, comenzando a ver ‘Perfect days’ temí que Wenders hubiera hecho algo parecido. 

'perfect days' ****
Director:Wim Wenders.
Guión: Takuma Takasaki y Wim Wenders.
Intérpretes: Kôji Yajusho, Tokio Emoto, Arisa Nakano. 

Pero nada que ver, porque estamos ante una película sutil, con cuerpo narrativo, muy bien hecha, mejor contada, en la que el director nos va introduciendo poco a poco en su personaje, en ese hombre de cuyo pasado no sabemos nada, pero sí de un presente en el que, además del trabajo en las toilettes, hay muchos, muchos libros -Faulkner, Highsmith-, y mucha música americana, de Lou Reed (‘Perfect day’), los Rolling, Otis Redding, Van Morrison, incluso aquella inolvidable ‘La casa del sol naciente’. Y a través de todo ello, de las letras de las canciones, de la pasión del protagonista por los árboles y la fotografía, de sus lecturas, de sus rutinas, de sus pocas palabras y sus sonrisas, de su generosidad y su paz, es como Wenders nos entrega la historia de este hombre que, creo yo, un día decidió ser libre.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión