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La película de la que todo el mundo habla esta Navidad es 'Saltburn', bella e imperfecta

Estrenada en Prime Video, no deja indiferente con un endeble guion y una presentación visual atractiva que invita a un viaje memorable con alguna escena sorpresa.

'Saltburn' echa sal sobre las heridas de la alta burguesía, centrándose en una familia rica disfuncional, tan excéntrica como patética.
'Saltburn' echa sal sobre las heridas de la alta burguesía, centrándose en una familia rica disfuncional, tan excéntrica como patética.
Prime Video

Ya es habitual, podemos interiorizarla como una costumbre aceptada con algarabía, que alguna plataforma en 'streaming' estrene directamente por estas fechas entrañables "esa película de la que todo el mundo habla en Navidad". Se ha popularizado una nueva categoría, a tener en cuenta como consumidor audiovisual a la última, que este año, aparentemente, se iba a llevar de calle la apocalíptica 'Dejar el mundo atrás', como en su día 'No mires arriba'. Sin embargo, salvada por la campana, ha entrado en la quiniela final arrasando 'Saltburn', lo último de la cineasta Emerald Fennell, artífice de la sugestiva 'Una joven prometedora'.

Prime Video le ha robado a Netflix, en el último minuto, el cetro de "peli navideña controvertida del año". No es para menos, la cinta con Julia Roberts y Ethan Hawke que plantea una de tantas teorías sobre el posible fin de nuestra civilización se queda en un ejercicio estético de contenido algo resabiado, salvo el excepcional final, mientras la nueva obra de Fennell va más allá. Cuidada formalmente de manera exquisita, muestra algunas imágenes deliciosamente inquietantes. Su mayor pecado es un final subrayado innecesario que busca, irremediablemente, una audiencia más amplia, alejada de la verdadera naturaleza de una propuesta que está dando mucho de qué hablar en las redes sociales y en las citas colectivas propias de estos días, donde hablar de series o películas alivia temáticamente las posibles trifulcas políticas y familiares.

El hecho de que 'Saltburn' se estrene 'online' provoca que se acerque a ella un público masivo que la ignoraría en el circuito de exhibición convencional. Es una pena, por contra, que no hayamos podido disfrutar en pantalla grande de la mimada estética impulsada por Fennell y su equipo. A cambio, podemos debatir sobre el filme con gente que no hubiera pasado por taquilla al leer su sinopsis, lo que da pie a interesantes cine-forums, un formato a reivindicar.

El tema principal que vertebra la historia no es especialmente original, los ricos también lloran y molaría que el proletariado se los zampase, el famoso 'eat the rich', pero todo lo que envuelve a esta manida premisa es lo realmente interesante en manos de una directora con ideas, personal y juguetona, que no tiene miedo a incluir un par de momentos retorcidos que sacudirán más de una conciencia. Si en 'Una joven prometedora' arremetía con nervio e inteligencia contra el macho alfa y su séquito, torpedeando la masculinidad tóxica en un ejercicio de malabarismo con el cine de género, aquí comienza la aventura penetrando en la imaginería de un Harry Potter perverso que se atiborra de alcohol en la Universidad de Oxford. No se cita en vano al personaje creado por J. K. Rowling. Para nada.

Culto instantáneo

En la línea de las contemporáneas 'El triángulo de la tristeza' o 'Infinity Pool', 'Saltburn' echa sal sobre las heridas de la alta burguesía, centrándose en una familia rica disfuncional, tan excéntrica como patética, que habita un castillo de cuento donde ni son felices ni comen perdices. El humor negro irrumpe a ratos, incómodamente, así como algunos destellos de un erotismo perturbador que eleva una apuesta inconexa pero atractiva a los ojos del espectador desprejuiciado. Cine gótico donde el horror está en el interior del ser humano. 'El sacrificio de un ciervo sagrado', de Yorgos Lanthimos, es una referencia inevitable. Es más, ambas películas comparten un actor fundamental, el irlandés Barry Keoghan, de curioso físico, una pieza esencial en un reparto coral fascinante. Rosamund Pike, tan excepcional como siempre, y Jacob Elordi, pura sensualidad desbocada, marcado por su participación en 'Euphoria', entre otros rostros reseñables, incluyendo a una Carey Mulligan desconocida bajo el maquillaje y peluquería. Muy top.

El clímax es un lastre en 'Saltburn'. Fennell se ve en la necesidad de ofrecer al respetable una explicación para 'dummies' sobre lo que ha sucedido y justificar así los giros de guion. Puede que le ocurra como a M. Night Shyamalan que, tras el éxito de 'El sexto sentido', con su famoso final sorprendente, se vio esclavizado por esta idea en sus siguientes proyectos. 'Una joven prometedora' acababa con un puñetazo en la retina y aquí la directora pretende repetir una sensación semejante sin la misma gracia. Sobra el desenlace, que es decir mucho, porque el viaje por el lado perverso de un grupo de pobres niños ricos ya vale por sí mismo.

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