Convertir los dedos en una mesa de mezclas o una batería: el sueño de Alexandra Arqued

La creativa zaragozana, de 25 años de edad, ganó el primer premio en el concurso Crear del IAJ. El galardón le permitirá trabajar en un prototipo de fascinantes posibilidades lúdicas y pedagógicas

Alexandra Arqued enamoró al jurado de los premios Crear con este proyecto.
Alexandra Arqued enamoró al jurado de los premios Crear con este proyecto.
Guillermo Mestre/H. A.

Alexandra Arqued es zaragozana, del 98. Esos dos datos la convertían en aspirante a los Premios Crear del Instituto Aragonés de la Juventud (IAJ) en 2023, aunque le quedaban 10 años más para entrar en las convocatorias. No tuvo que esperar para llamar la atención con un trabajo que combina la tecnología con la música, y que le valió el primer premio del concurso.

Alexandra está feliz. Ahora tiene 5.000 euros para tratar de desarrollar un prototipo de su Uxeyo, idea que plantea la unión física de ciencia y música con fines pedagógicos y, por qué no, también lúdicos. La base reside en unos sensores programados con sonidos de todo tipo de instrumentos, sustentados por una estructura liviana y un guante, que generan o alteran música con el movimiento ondulante de los dedos. La creadora tiene su favorito: recrear una mesa de mezclas y, por ejemplo, alterar la voz de Sia en ‘Titanium’ y “meter más ‘reverb’ moviendo un dedo, redoblar la batería con otra mano… alterarla a voluntad”.

“Estudié diseño de producto en el ESNE de Madrid –apunta– y al final de la carrera, allá por septiembre de 2020, tenía que hacer mi trabajo fin de grado. Buscaba algo que me motivase: pasé unos meses dudando, descartando cosas. Tengo una pasión musical fuerte desde niña; está en mi día a día, me relaja mucho. De hecho, suelo mover instintivamente los dedos y las manos cuando oigo música: me fijé en que hacía eso y se me ocurrió que sería interesante que ese movimiento cambiase lo que estaba sonando en mi oído”.

La importancia del ‘por qué no’

Su foco de ahí en adelante se colocó en hallar la tecnología necesaria para hacer realidad dicha conjetura. “Si a mí me atraía, podía ocurrirle lo mismo a otra gente. Mi carrera te ayuda a buscar cómo hacer algo que no parece sencillo a priori; empecé a desarrollar el proyecto y me di cuenta que podía ser algo inclusivo a la hora de aprender música y compartirla”.

Unas prácticas profesionales pusieron en pausa el proyecto durante un tiempo. “No quería simultanear trabajo e investigación, porque cuando me centro en algo concreto le echo muchas horas: no era compatible. El curso pasado, hasta el verano, estuve muy centrada en dar forma a Ukeyo”.

Ukeyo: guantes y sensores en forma de anillo.
Ukeyo: guantes y sensores en forma de anillo.
A.A.

La zaragozana aclara que “ganar el Premio Crear del IAJ ha sido una gran alegría, que me permitirá pasar de la idea a un prototipo. Cuando lo tenga entre manos y pueda mostrarlo, ir de los planos a una forma tridimensional, será increíble”.

Ukeyo viene de ukiyo

El nombre del proyecto, explica Alexandra, es una homofonía. “Ukiyo es un término en japonés y se escribe con ‘i’, aunque suena con ‘e’. La traducción literal es ‘mundo flotante’: para los japoneses es un concepto abstracto que define un lugar de desconexión, de sentirse bien, de paz. Vi que podía relacionarla con mi idea: para muchas personas, la música conduce a la paz, a levitar, y mi proyecto podía ser la llave para acceder a ese mundo flotante”.

Ukeyo es un controlador electrónico programable. Apela a la libertad creativa, pero también se fundamenta en patrones y rigor científico. “Hay un ejercicio de programación de los sensores muy intenso, porque me he asegurado de que el diseño propuesto es viable. Le puse tres sensores diferentes, aunque quizá bastaría con dos: uno registra la flexión de los dedos y el otro la distancia del dedo al aproximarse a la palma. El tercero afinaría un poco más los giros de la mano, por ejemplo, que llevarán a diferentes efectos de sonido. He estudiado muchos instrumentos y cada uno es un mundo”.

Para hacer el prototipo hace falta “programadores en Arduino y alguien que desarrolle de la aplicación informática necesaria; un equipo de producción, preferiblemente con alguna empresa que estandarizase los artículos y pudiera, por ejemplo, surtir de ellos a centros educativos; músicos profesionales para comprobar que todo tiene sentido desde su óptica… hablamos de un grupo de 10 personas, siendo optimistas. Son estimaciones”, apunta la diseñadora zaragozana. “La parte económica es más complicada: en cuanto a materiales y proceso, el costo del prototipo podría rondar los 500 euros, pero hay que sumarle la mano de obra a esa cifra”.

Las aplicaciones del invento

Ukeyo se convierte en un instrumento musical a voluntad. “Para los niños –explica– sería literalmente un juguete: mueven los dedos y se enciende una lucecita, te vibra ligeramente el dedo que mueves, suena… son estímulos visuales y sensoriales. Se puede interactuar con otras personas que lo usen: a través de la aplicación puedes acceder a grabaciones publicadas por otras personas en sus experimentaciones personales: esa sesión externa se reproduce en los anillos de tus dedos y en el guante que llevas”.

En cuanto a los materiales, Alexandra quería ser sostenible hasta donde pudiera, asumiendo que algunos componentes no cumplirían al cien por cien esa premisa. “Para la estructura rígida elegí una cerámica avanzada, la alúmina, que se utiliza incluso para reconstruir dientes. Tiene la ventaja de ser muy maleable y resistente, además de aislante. Eso protege el circuito interior”.

La anilla del sensor que rodea cada dedo tiene una parte rígida y un flexor que se conecta a la base electrónica, un elemento que sirve también de alimentación. “Para las partes flexibles propuse silicona reciclada, que también es aislante y permite formas muy limpias si se aplica por inyección. La base también sería de silicona, con capas de diferente rigidez, para proteger el interior. En cuanto al guante, que al final es un simple soporte funcional, es de Piñatex, un cuero vegano a base de piña”.

Holograma del diseño de Ukeyo.
Holograma del diseño de Ukeyo.
A. A.

Otras metas en el horizonte

Alexandra cursa un máster de neuromarketing en Universidad de La Rioja desde Zaragoza. “Lo estoy disfrutando. Quiero entender el comportamiento humano, por qué queremos lo que queremos, nuestros intereses, qué podría facilitarnos la vida, para aplicarlo luego a cosas que me gustaría diseñar, quizá algo que relacionase lo sensorial con la realidad virtual”.

Por otra parte, la joven zaragozana se ha reunido con coetáneos aragoneses enamorados de la creatividad para unir fuerzas en nuevos proyectos. “Queremos sumar en el sector creativo de nuestra tierra, coordinar la participación y asistencia a actividades, proponer cosas… Es seguir un poco la pauta del concurso Crear con muestras de ideas que resulten interesantes. Hemos dado forma a una asociación, Garra Collective, inspirada en el dragón de San Jorge y en luchar por lo nuestro. Sale ya: llegué a ella de rebote, por otras personas que ahora ya son amigas y me acogieron con los brazos abiertos. Muchas se había juntado como colaboradoras de la Aragón Fashion Week. Queremos crecer, hacer un primer evento en enero... La idea es no parar, tener siempre algún objetivo cercano para materializar”.

Por si fuera poco, Alexandra también va a montar por su cuenta un estudio de diseño con su amigo madrileño de la carrera Antonio Cámara. “Hacemos cosas diferentes, pero trabajamos bien juntos y ya tenemos ideas plasmadas, que incluso hemos presentado en otros concursos. Queremos hacer cosas puramente artísticas, y combinarlas con proyectos de contenido social y propuestas de ‘rebranding’ o posibles mejoras para marcas ya existentes”.

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