Emoción y desafío
Se adueñó de toda la escena. Una Nina María Fischer de presencia escénica chispeante atacaba con toda la fuerza dramática ‘Vissi d’arte’, el aria central que Puccini compuso para la protagonista de su ópera ‘Tosca’. Y lo hizo exhibiendo un timbre dulce y potente a la vez, que resultó en una línea de canto de intensidad regulada con precisión y sensibilidad impactantes. Desde las primeras notas de esta partitura, Fischer emocionó al respetable apoyada en una técnica de ‘fiato’ –control de la respiración y del fraseo- de primera magnitud, desde las notas más graves hasta las más agudas. Así pues, con tal equilibrio entre registros, ofreció luego ‘Je marche sur tous les chemins’, de ‘Manon’, de Massenet, bien ambientada escénicamente por la sección masculina del coro, y donde la berlinesa mostró la agilidad requerida por una de las páginas más célebres de esta ópera.
El Concierto de Año Nuevo del Auditorio de Zaragoza guardaba una sorpresa de gran calado: la cantante interpretó fuera de programa ‘Casta diva’, de ‘Norma’, de V. Bellini, un aria tan emotiva como desafiante, que escuchamos dotada de acento intenso y amplitud sonora contundente. Rasgos que Nina María Fischer mantuvo en grado sumo en ‘É’strano… Sempre libera’, de ‘La traviata’, de G. Verdi, con buen efecto de ese cello de la Sinfónica Ciudad de Zaragoza asumiendo la voz del tenor.
Una orquesta que, bajo la dirección eficaz de Juan Luis Martínez, mostró buen dominio del ‘rubato’ vienés en el vals ‘Rosas del sur’, de Johann Strauss II y brilló en la obertura de ‘Il barbiere...’, de Rossini. Espectacular, el ballet de discípulos del Estudio María de Ávila en ‘Vals de las flores’ y gran trabajo del Coro Frumentum en ‘La novia vendida’, B. Smetana. Largos aplausos y ‘El bello Danubio azul’ y la ‘Marcha de Radetzky’ como bises.
