Ballet Clásico de Camagüey: un 'Cascanueces' muy mejorable
Cuando el príncipe Cascanueces hace su aparición, queda bien claro que llega la Navidad. Acudió al Teatro Principal de Zaragoza el Ballet de Camagüey, compañía cubana que estrenó el primer Cascanueces de la temporada. Y aunque parezca que todo el mundo ha visto ya en alguna ocasión este ballet, siempre queda público que lo disfruta por primera vez y que sale encantado de la experiencia.
Vayamos a la propuesta de Camagüey: el primer acto queda bastante claro para el espectador (esto es algo que no siempre ocurre). Las variaciones de 'Colombina' y 'Arlequín' salen bien, sin problema. Y a 'los niños' tampoco les vamos a poner pegas. Pero a los ratones podemos señalarlos como un poco ingenuos.
Ya en el segundo acto, cuando viajamos al 'País de los dulces', se suceden las famosas variaciones. En la 'China', falta coordinación coreográfica entre los dos solistas y el resto del grupo. En cambio, durante el 'gopak', los bailarines lucen bien. La que queda mejor de las variaciones es la de los 'Mirlitones', mientras que de la 'India' diremos que es discreta, no cayendo en el contorsionismo exagerado, como ocurre en otras ocasiones.
En el 'Vals de las flores', la solista ejecuta unos 'fouettes' innecesarios. ¿Por qué son innecesarios? Porque en este famoso tramo la partitura pide movimientos más extendidos y armoniosos.
Y el paso a dos final decepciona. En lo que debería ser el momento cumbre de este ballet, una escena que forma parte de la antología de nuestro arte, Camagüey pierde el impulso de la coreografía. Se trata de un paso a dos que debería ser de un profundo romanticismo, pero aquí no se logra transmitir.
En resumen: la coreografía y la escuela de esta compañía no es acertada. El arte de la danza no consiste solamente en saber girar, sino que la calidad debe estar presente desde el mismo instante en el que se pisa la escena.
