Jorge Isla en el Guggenheim: "Estoy apurando al máximo todo lo que ofrece Nueva York"

El fotógrafo oscense está becado para una residencia de un mes en el museo. La iniciativa busca que los jóvenes talentos profundicen en la trastienda del arte.

Autorretrato convexo de Jorge Isla en la terraza del Museo Whitney de Nueva York
Autorretrato convexo de Jorge Isla en la terraza del Museo Whitney de Nueva York
J. Isla

Su estancia en Nueva York es como la vida de Roy Batty, el replicante encarnado por Rutger Hauer en ‘Blade runner’: tiene fecha de terminación. Sin embargo, el artista aragonés Jorge Isla (Huesca, 1992) está disfrutando al máximo de una beca que, curiosamente, le ha llegado por vivir en Bilbao: una residencia de 30 días en el Guggenheim de Manhattan, impulsada por el Guggenheim del Botxo, que terminará a tiempo para comer el turrón navideño en su hogar.

Y de replicante, por cierto, nada: Isla es uno de los artistas más originales surgidos de Aragón en los últimos años, un fotógrafo con discurso propio que se abre a nuevos lenguajes y elementos discursivos, especialmente a través del videoarte y la escultura. La idea que subyace en todos ellos es el cuestionamiento de lo que le rodea, la formulación de preguntas capitales junto al análisis de las pequeñas cosas.

El Basque Artist Program del Guggenheim bilbaíno ha llevado a Jorge y otros tres compañeros hasta Manhattan. Son ya ocho ediciones de una iniciativa que llega por un acuerdo de gestión con la Solomon R. Guggenheim Foundation. "Vuelvo el día 17 de diciembre, el programa iba del 15 de noviembre al 15 de diciembre –explica Isla desde su apartamento en Brooklyn, desde el que se desplaza diariamente a la Quinta Avenida con la calle 88, a apenas tres manzanas del MET y con Central Park East delante de sus ojos–. No es una residencia al uso, con un trabajo de investigación y un ejercicio de producción que deja obra al final".

La oportunidad de la que disfruta Isla tiene que ver con la parte menos artística del negocio del arte, una parte importantísima. "Se han planteado encuentros lectivos y de intercambio con directores de museos, fundaciones, galerías, gerentes de programas públicos de museos... La idea es que acabes el mes sabiendo un poco más como funciona el sector y los circuitos del arte. Estoy aprendiendo muchísimo, aunque definitivamente se trata de un modo de trabajar muy diferente al que veo en España".

Aunque está a gusto en Brooklyn, la gentrificación de la zona y de sus teóricos ‘barrios de artistas’ no acaba de convencer a Isla. "Las antiguas fábricas convertidas en galerías son ahora tiendas de ropa de segunda mano; me motiva mucho más lo que está pasando en el PS1 del MOMA en Queens, por ejemplo, con una perspectiva más independiente. Es un colegio reconvertido en espacio de proyectos artísticos de índole colaborativa".

En el día a día neoyorquino, la vida de Isla tiene referentes alfanuméricos y cromáticos, como le ocurre a todo el mundo que coge el metro. "Mi tren es el J en dirección Broad, y luego me toca transbordo a la 4, que es exprés, o la 5 y 6, que tardan la vida. Me paso casi tres horas diarias en el metro. Imagínate que un día estaba la J estropeada y caminé desde la estación de transbordo de la 4 a casa: fueron dos horas, aunque en el plano parezca un saltito".

El gozo del 'flaneur'

Isla mira la ciudad con ojos de artista, y la pasea mucho. "Andando por las calles y buscando direcciones me da la sensación de que cuando se diseñó Nueva York ya se pensó para el turismo. Chinatown y Little Italy tienen más calles diagonales, pero casi todo el resto es a cuadrícula, calles y avenidas en rejilla, numeradas, llegas a todas partes sin usar prácticamente el Maps. El metro es más fácil que el de Madrid".

En cuanto a los alicientes artísticos, Isla también se está nutriendo del rechazo. "En el MET duré media hora, me tuve que salir: era agobiante moverse entre tanta gente. El MOMA es más manejable, pero también está atestados: prefiero, y no faltan, lugares donde hay más riesgo y menos gente, las galerías y el PS1 que mencionaba, el Whitney... Por suerte, he tenido la ocasión de disfrutar con el trabajo de artistas que admiro, caso del argentino Rirkrit Tiravanija. Estoy apurando al máximo lo que ofrece Nueva York: salgo de casa a las 7.00 y vuelvo a las 20.00, todo el día de un lado al otro, y no me canso. Seguiría así mucho más tiempo".  

El arte joven aragonés sale por el mundo

En 2023 han sido varios los talentos aragoneses que han agotado residencias en el extranjero. Gema Rupérez concluye precisamente ahora una estancia de tres meses en Brooklyn, becada por la Fundación CAI, que ha convertido además en una experiencia familiar por la vía de la conciliación. Su estancia ha sido similar a la de Isla en el concepto: no se trataba de una residencia con objetivo de producción final, sino un periodo de aprendizaje y asunción de nuevos paradigmas en el mundo de las relaciones artísticas.

El escultor Antonio Hernández Alvira estuvo tres semanas en Querétaro (México) a finales de verano, y tras esta experiencia llegó una exposición colectiva en París y una feria en Colonia con su galería House of Chappaz. La pintora Leticia Martínez, que también se defiende a las mil maravillas en la escultura y el diseño de moda, pasó un mes de verano en Normandía, en el centro cultural y de acogida La Corne D’Or en Perche. Y el pintor e ilustrador Maiky Maik estuvo un trimestre en Berlín entre febrero y abril, reclutado por la galería Seven Star del neoyorquino Harif Guzmán. 

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