Cristina Sobrino: "Escuchaba los conciertos desde el gallinero con mis profesores"

Cristina Sobrino (Zaragoza, 1961) estudió piano, es licenciada en Pedagogía Musical y preside la Filarmónica de Zaragoza desde hace casi 15 años.

Cristina Sobrino sentada al piano en el salón de su casa.
Cristina Sobrino sentada al piano en el salón de su casa.
Rubén Losada

¿Qué significa para usted presidir una sociedad centenaria como es la Filarmónica?

Es todo un privilegio gestionar una parte tan importante de la música de mi ciudad. Es muy seductor sentarse ante una página en blanco y pensar qué artistas pisarán los escenarios la próxima temporada. Los representantes nos envían constantemente sus propuestas pero, además, salimos a buscar de forma activa. Si queremos traer a un artista concreto, nos buscamos la vida para contactar con él aunque no lo ofrezca ninguna agencia española.

¿Cómo ha sido conocer, de primera mano, a todos esos artistas?

Cuando hablas con los artistas fuera del escenario te das cuenta de todo el trabajo que hay detrás. Es importantísimo respetar su arte. En ocasiones, cuando vamos a un concierto, tendemos a criticar alegremente, sin pararnos a pensar en todo el esfuerzo, la pasión y las horas de estudio que el intérprete ha invertido. Podemos expresar nuestra opinión, pero siendo conscientes de que el bagaje que el artista tiene sobre la obra es mucho mayor que el nuestro.

¿Y sus comienzos en la música?

No vengo de una familia de músicos, pero mi hermano sí tenía mucha afición por la música clásica. Un día llegó a mi casa un piano, que me suscitó mucha curiosidad. Hacerlo sonar, entender el mensaje de las partituras… A los 12 o 13 años entré en el conservatorio y empecé a estudiar piano. Era un poco mayor para la edad a la que suele comenzar la gente, pero eso me ofreció ciertos privilegios.

Cuéntenos…

Tras los primeros cursos, comencé a ir a los conciertos con algunos de los profesores. Nos sentábamos arriba del todo, en el gallinero, donde casi podíamos tocar las pinturas del techo con la punta de los dedos. Como estábamos lejos y no molestábamos a nadie, se podía hablar en voz baja. Así, empecé a entender lo que pasaba en el escenario de la mano de grandes expertos en la materia.

¿Cuándo entró en la Filarmónica?

Como socia, cuando cumplí 18 años. Por aquel entonces, no existía el Auditorio de Zaragoza y la Sociedad Filarmónica era la que programaba toda la música clásica de la ciudad. Yo estaba encantada de asistir a los conciertos. Una década más tarde, entré en la junta directiva.

¿Recuerda esos primeros pasos? Como si fuera ayer. Un día, el entonces secretario, estaba al teléfono porque tenía que decirle a un artista que, por diversas razones, no iba a poder actuar en la fecha convenida. Le vi tan agobiado que intenté tenderle una mano. Hablé con el representante del músico y le prometí que podría venir al año siguiente en mejores condiciones y con un honorario mayor. Aquello salió tan bien que, a partir de entonces, comencé a programar.

A pesar de ser centenarios, no dejan de innovar...

Es imprescindible. Hay que adaptarse a los tiempos y abrirse a la juventud. Somos activos en redes sociales, hacemos vídeos promocionales de los artistas, nos comunicamos con nuestros socios por ‘WhatsApp’, hemos incorporado formaciones no tan clásicas en nuestra programación...

Han creado un concurso por redes sociales, ¿no es así?

Sí, este año hemos celebrado la segunda edición, que ha tenido un éxito brutal. Los usuarios eligieron como ganadora a la Orquesta Sinfónica Universitaria de Zaragoza que, como parte del premio, tuvo la oportunidad de dar un concierto en el Auditorio.

La nueva temporada comienza este 22 de octubre, ¿qué les depara a los espectadores?

Por un lado, contamos con formaciones camerísticas clásicas muy potentes, como el Trío Guarneri de Praga, el Quinteto de Cuerdas de la Filarmóncia de Berlín, el Cuarteto Quiroga o el Trio Hantaï. Por otro, propuestas inusuales y tremendamente innovadoras, como música sefardí, una mezcla de música clásica y flamenco o una fusión de guitarra flamenca y jazz, entre otros.

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