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Sidonie: "Es más heroico lo que nosotros hemos hecho en España que lo que han hecho los Stones en el mundo"

Marc Ros, el cantante del grupo catalán, celebra el regreso de la banda a Zaragoza como uno de los nombres más destacados del FIZ que se desarrolla este sábado en la sala Multiusos.

Marc Ros, cantante de Sidonie, en la última visita de la banda a Zaragoza, en el Vive Latino de 2022.
Marc Ros, cantante de Sidonie, en la última visita de la banda a Zaragoza, en el Vive Latino de 2022.
Toni Galán

Regresan este sábado a Zaragoza, una ciudad no les es ajena.

De hecho, Zaragoza fue la segunda ciudad en la que tocamos al nacer el grupo. Y desde entonces hemos intentado tocar allí al menos una vez cada año. Tenemos amistades ya desde la época del Niño Gusano. Siempre es una alegría volver.

En el archivo de HERALDO aparecen por primera vez en 2001, con un concierto en la sala Morrissey.

Recuerdo ese concierto de la Morrissey. Fue uno de esos desastres del rock & roll y no entiendo cómo los zaragozanos nos han querido tanto desde entonces. Me caí, hubo incluso sangre, todo muy punk pero desde el pop. Fue uno de esos desastres propios de un grupo joven que empieza, con una ingenuidad maravillosa. En el FIZ ya verán que nos hemos convertido en una banda profesional.

Una de esas amistades que forjaron en Zaragoza fue con Sergio Algora, cuya muerte acaeció hace 15 años. ¿Qué recuerda de él?

Por un lado está el escritor, el poeta-músico que sigo disfrutando. Por el otro, recuerdo al chaval que conocí y la forma que tenía de mirarte y de tocarte. Era pura naturalidad, de esas personas que hacen que sientas que eres su mejor amigo aunque sea la primera vez que te ve. Lo tengo muy presente con sus libros y sus discos.

¿En aquellos años podían alcanzar a pensar hasta dónde llegaría Sidonie, con 26 años de carrera?

En los inicios teníamos mucha arrogancia y algo queda de eso. Todavía nos creemos que somos el mejor grupo del mundo. Con esa chulería, en esa época ya pensábamos que seríamos una banda eterna pero, al mismo tiempo, cuando estaba en Barcelona de resaca, pensaba: “gracias a Dios que estoy en esta banda porque esto puede durar dos días”. Quizás por eso aprendimos a cuidarnos y a cuidar al grupo. Pocas bandas se basan en la amistad, como nosotros. Desde entonces no tengo la sensación de que voy a trabajar cuando quedo con Axel y con Jesús para ensayar o para tocar, sino que voy a pasármelo bien. Es lo que nos diferencia de otros grupos, que son compañeros de trabajo. Somos gente sencilla, no somos ricos para nada, pero no tenemos un curro normal.

¿Es esa amistad el combustible fundamental?

Tener un grupo te obliga a cosas desagradables. Por ejemplo, me da pereza salir de casa y dormir fuera. Soy muy hogareño. Si no estuviera con mis amigos, sería complicado salir adelante.

Eso lo transmiten en el escenario, son todo sonrisas y energía.

Voy a ser sincero. Hay momentos en que actuamos. No siempre estamos de buen humor y no siempre existe una buena comunicación con el público. Pero, aunque no me apetezca, tengo que sonreír. De esta forma, acabamos pasándolo todos bien. Aunque eso sí, si el público está contigo, se convierte en algo orgasmático.

Tienen a la vuelta de la esquina el lanzamiento de su décimo disco, ‘Marc, Axel y Jes’. ¿Aparecerán esas canciones en el concierto de hoy o picotearán en todas las épocas?

Como todavía no ha salido el disco, tocaremos dos temas nuevos porque, hacer más canciones que la gente todavía no conoce, me parecería muy egoísta.

Los dos avances suenan a power pop. ¿Es la línea del álbum?

Sí, totalmente. Es un disco de minutaje corto y de canciones con poco barroquismo. Vamos bastante directos al grano con nuestra guitarra, bajo y batería.

¿Se ven haciéndose mayores en Sidonie?

Ya somos mayores. Uno de nosotros ya ha llegado a los 50. Por mi estabilidad mental es mejor no pensarlo e ir haciendo canciones. Me da miedo dejarme llevar por la nostalgia y el pasado y esas giras locas, pero también me da pavor pensar en mí dentro de unos años con o sin el grupo.

Salvando las distancias, los Rolling, grupo al que telonearon el año pasado, son un buen ejemplo de que hasta los 80 se puede compartir estas aventuras.

Me alegra que los Stones sigan activos. Pero nadie en España puede compararse con un grupo americano o inglés. Aquí los grupos no duran porque todo es mucho más difícil. Por eso siempre nos preguntan cómo lo hemos hecho para durar 26 años. Ser músico o dedicarse a cualquier otro ámbito de la cultura es casi un milagro. Es más heroico lo que hemos hecho nosotros en España que lo que han hecho los Rolling Stones en el mundo. Tocar antes que ellos en Madrid fue un sueño. Catar por una tarde cómo debería ser el mundo del espectáculo fue bonito, pero no es nuestra realidad. Cantar en castellano cierra muchas puertas. Ya lo decía Enrique Bunbury: “uno cuando empieza piensa que su canción va a viajar por todo el mundo, pero eso no es así por el simple hecho de que es en castellano”. El mercado se reduce a España y a algún país de América Latina. Es curioso que pese a que la música es un lenguaje universal, la gente se empeña en ponerle fronteras.

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