Por
  • Javier López Clemente

Un delicado instrumento narrativo

'Los paraguas de Satie', de Calidoscopio.
'Los paraguas de Satie', de Calidoscopio.
C. T.

El escritor Antonio Muñoz Molina define la obra del pintor René Magritte como un repertorio de objetos y figuras que forman un vocabulario elemental. Luís Ángel de Benito de Radio Clásica advierte que la música de Eric Satie es un vaivén hipnótico que puede derribar la seriedad de la cultura. Roberto Barra inserta estos dos universos creativos en una dramaturgia sin palabras, pone el acento sobre un léxico compuesto por paraguas, nubes y una pera limonera; mientras las notas del piano activan la acción escénica de una máscara que traduce los pensamientos del personaje en gestos. Una teatralidad que transita entre el jolgorio y la melancolía.

La disposición en el escenario parece bien definida. En el brillo del proscenio un mundo tal real como un pez con bufanda. En la sombra, tras una finísima línea el mundo infinito de la imaginación. La frontera se diluye muy pronto para crear relaciones osmóticas de intercambio entre la creatividad de aquí, y los personajes simbólicos que se generan al otro lado: Desde un ballet multicolor hasta que te pinchen en el culo. Un mundo irrefrenable de fantasía que aprovecha los ojos cerrados a la hora de dormir para escapar de las sombras, empapar el mundo con una lluvia de confeti y si se tercia comerse a un espectador. Cuando se libera la imaginación no hay límites. Por eso los poderosos le tienen tanto miedo.

'los paraguas de satie' ****
CompañíaCaleidoscopio Teatro
DramaturgiaRoberto Barra
RepartoAzucena Gimeno, Roberto Barra, Vicente Martínez.

‘Los paraguas de Satie’ es un delicado instrumento narrativo que funciona como un engranaje de relojería para mostrar peripecias a modo de mosaicos donde las teselas son melodías musicales, poesía visual y la excelente pericia de unos titiriteros capaces de dar vida propia a objetos, figuras, y añadir el juego actoral que conecta con eficacia el rostro inmutable de la máscara con la larga ovación final del patio de butacas.

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