ENSAYO. ARTES & LETRAS

Bebedores, borrachos y alcohólicos de todas las disciplinas de la creación

Carlos Janín publica en Reino de Cordelia un ambicioso 'Diccionario ilustrado etílico cultural de alcoholes y alcohólicos selectos y notables'

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Malcolm Lowry, autor de 'Bajo el volcán', en un documental sobre su figura.
D. Britttain

Que la importancia del alcohol ha sido trascendental en la creación artística es indudable. Que el problema con los licores no estaba tanto en su presencia como en su persistencia (el alcoholismo) parecía evidente pero lo que el presente libro muestra (‘Excelentísimos borrachos. Diccionario etílico cultural de alcoholes y alcohólicos selectos y notables’, Carlos Janín, Ed: Reino de Cordelia, 509 páginas ) es que la influencia del mismo abarca un campo tan amplio que negar su trascendencia es ridículo.

Todas las disciplinas de la creación, pintura, música, literatura , cine y en todas las épocas han tenido genios de ambos sexos cuyos excesos etílicos les han llevado al paraíso y al infierno , muerte incluida. Los hay que ironizaron sobre el tema como Humphrey Bogart con su «No me fío de nadie que no beba» o una apoteósica Ava Gardner cuya resistencia le llevó a desafiar nada menos que a Dominguín a beber de un trago una botella de bourbon y el torero cayó a la mitad.

Herencias etílicas

Los hay cuya vida parecía ya marcada genéticamente: Beethoven era hijo y nieto de alcohólicos y falleció de cirrosis, lo mismo que Erik Satie cuya música sigue produciendo emociones aunque en su tiempo era «un mal pianista, un borracho y un tímido enfermizo». Uno, de natural torpe, jamás hubiera imaginado que Kafka había escrito una transformación de un humano en bicho (‘La metamorfosis’) pero la transformación de un animal en humano gracias a la ingesta de alcohol (‘Informe para una academia’) con la que el mono entiende el habla de los humanos…

Un retrato coloreado de Edgar Allan Poe, una de las grandes víctimas del alcohol.
Un retrato coloreado de Edgar Allan Poe, una de las grandes víctimas del alcohol.
Archivo HA.

Es tanto y tan entretenido lo que autor cuenta que llega a fascinar. Todos los movimientos creativos aparecen en las páginas de este libro. Desde los borrachos elegantes como Scott Fitzgerald («Soy un abstemio, no tomo nada entre copa y copa») a las bestias violentas como Malcom Lowry y su demoledor ‘Bajo el volcán’ con ese final aterrador que dejaremos al lector aventurero mientras suena como un trueno lo de «¿Tu, escritor?». Recordar esa maravilla que es ‘Días de vino y rosas’ donde una Lee Remick para la historia yace alcoholizada por seguir a su amado que ha conseguido liberarse de la bestia pero ha condenado a la persona que le ayudó al mismo infierno (¡Qué maravillosa versión hace ya algunos años en el Teatro Principal con una espectacular Silvia Abascal!).

Pero si hasta aparece por aquí la famosa madre de la saga más maldita de la poesía española, los Panero, que en su libro ‘Espejo de sombras’ (1977) ya reniega de su estirpe y de su marido el poeta Leopoldo Panero con un terrorífico: «Es imposible soportar la vulgaridad de la vida cotidiana con un borracho».

Esa es otra. Parece ser que se establece una división entre los hinchas de Baco. Primero están los ‘bebedores’. Gente que es capaz de trasegar cantidades industriales de alcohol pero es raro pillarles en un renuncio. Aguantan como Ava Gardner y su discurso es brillante y elaborado aunque el cuerpo, con el tiempo, se cobrará lo suyo.

Los ‘borrachos’, interesados solamente en la ingesta rápida de alcohol para ser divertidos, para abrirse a los demás, para vivir vidas y aventuras aunque sea una conversación en la que puedan brillar. Castaña asegurada y peligrosamente rozando la zona «patoso/a» aunque están convencidos de ser el centro de la fiesta.

Ava Gardner, que vivió varios años en Madrid, podría contar su vida a través de su vida noctámbula y etílica.
Ava Gardner, que vivió varios años en Madrid, podría contar su vida a través de su vida noctámbula y etílica.
Archivo HA.

Finalmente, los ‘alcohólicos’. Basta un sorbo y llega el delirio. El cuerpo no da para más. Releer el triste final de Edgar Allan Poe tirado en una calle presa del ‘delirium tremens’ o un símbolo como Rita Hayworth que murió alcoholizada y destruida a los 68 años estremece.

Algunas ausencias

Pongámonos tiquis-miquis. Uno hecha a faltar ese campo inmenso que relaciona la música moderna con el apartado alcohol si bien aquí ganan por la mano otras sustancias y habría para hacer otro libro entero pero están representados los miembros del ‘Club de los 27’, es decir esos músicos contemporáneos y no tanto que decidieron finiquitar su paso por estos lares a los 27 años y que se caracterizaron también por sus excesos alcohólicos.

Recordar esa maravilla que es ‘Días de vino y rosas’ donde una Lee Remick para la historia yace alcoholizada por seguir a su amado que ha conseguido liberarse de la bestia pero ha condenado a la persona que le ayudó al mismo infierno

Aparece entre los más veteranos Charlie Parker aunque aquí la heroína gana con ventaja, Janis Joplin , la mujer más sola del mundo que murió por sobredosis pero abrazada a su botella de bourbon e incluso Eric Clapton (es el único que sigue vivo) pero es dueño de otra de las frases definitivas del libro: «No me suicidé en los 70 porque sabía que si lo hacía no podría beber al día siguiente».

En fin, un apasionante recorrido por bares, épocas, autores grandiosos y catástrofes humanas en las que, guiados por el autor, se pasa un rato realmente apasionante. Y como el libro llega hasta Los Goliardos, La Edad Media y el Siglo de Oro, lo mejor es terminar con estas líneas de Luis de Góngora, caracterizado por tener «muy mal vino» dedicadas a sus odiados Quevedo y Lope de Vega. No hay error en la transcripción, amable lector: «Hoy hacen amistad nueva / más por Baco que por Febo / Don Francisco de Quebebo / y Félix Lope de Beba». Un libro extraordinario. Salud.

ENSAYO MULTICULTURAL

'Excelentísimos borrachos. Un diccionario ilustrado etílico cultural de alcoholes y alcohólicos selectos y notables’. Carlos Janín. Reino de Cordelia. Madrid, 2023. 510 páginas. 

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