No pocos amanecían hoy sorprendidos porque ese dúo de Zaragoza de tantísimo éxito comercial, que tiene como vocalista a una de las mujeres más importantes de la historia del pop español, al que sitúan cantando al amor o la amistad, al que creían inofensivo, haya protagonizado el gran acto político de este verano sobre un escenario. En Aranda de Duero. Ante 35.000 personas. Y con un alcance difícil de calcular pero seguro enorme, altavoces mediáticos y de redes sociales mediante.

Amaral vuelve a situarse bajo los focos a las puertas del lanzamiento de un nuevo disco y tras un largo tiempo en barbecho, con y sin covid, en el que se ha replanteado todo, hasta su existencia como grupo, y que apenas ha interrumpido con un par de comparecencias en directo: el primer festival Vive Latino de Zaragoza y el Sonorama de este sábado en el que Eva cantó ‘Revolución’ a pecho descubierto y aludiendo a la dignidad de la desnudez femenina.

Fue un gesto libre y, por tanto, consciente. Si no valiente, sí desde luego arriesgado. Porque el dúo se juega unas cuantas contrataciones en plena onda ‘regre’ en las administraciones locales, que son las que manejan muy buena parte del negocio musical en España.

No es la primera vez que Amaral ha expresado su compromiso con distintas causas, manejando el complicado equilibrio entre ser un superventas, antes de discos y hoy todavía de entradas, y mantener tu propia voz.