el patio de mi recreo 

Dolores Durán: "Gané mi primer dinero como canguro"

Nació en Zaragoza. Doctora en Historia del Arte por la Autónoma de Madrid. Comisaria de exposiciones, experta en arte contemporáneo.  

Dolores Durán, con 4 años de edad.
Dolores Durán, con 4 años de edad.
D. D.

Dolores Durán nació en Zaragoza. Doctora en Historia del Arte por la Autónoma de Madrid. Comisaria de exposiciones, experta en arte contemporáneo. Viajera por Asia, América, y Europa con obras de Picasso, Miró, Gargallo o Serrano. Colabora con jóvenes talentos en la beca A3rte de Enate.

¿Recuerda su infancia como una época feliz? 

Sí, he tenido la suerte de nacer en una familia de buenas personas, con padres cariñosos, comprensivos y firmes, y acompañada de dos hermanas muy cómplices.

¿Qué le hizo reír por primera vez?

Hubo una comedia en la tele que recuerdo especialmente, ‘La venganza de don Mendo’. Estaba con mi padre, y no podía parar de reír. Años después, la recuerdo y todavía sonrío…

¿Qué le hizo llorar?

Siempre he sido muy valiente, pero muy sentimental…, supongo que cualquier desgracia propia o ajena.

¿Qué era en el patio del colegio?

Era estudiosa, modosa y también graciosa de vez en cuando.

¿Se sentía rara, especial?

Siempre me he sentido bastante normal; no sé si mi pasión por el cuento de ‘La Ratita Presumida’ significaba algo, ja, ja.

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?

Siempre me castigaban por lo mismo, por habladora, pese a ser una niña reservada. Una vez en el parvulario me castigaron contra la pared. Había un árbol nevado, los copos de nieve eran palomitas pegadas y quise probarlas. Al rato la nieve se había ‘derretido’. Vaya, que me las comí; siempre he tenido buen apetito…

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

El baloncesto, entrenar, jugar, e ir a ver los partidos. Fernando Arcega, Alberto Alocén y Quino Salvo eran mis grandes ídolos. También las excursiones, recuerdo con cariño los tiempos de Montañera de Aragón, aunque he sido más bien de asfalto. Por supuesto, me encantaba y me encanta salir con amigas. Además, siempre fui, y sigo siendo, muy lectora, ‘Las Aventuras de los Cinco’, ‘Los Siete’, y los tebeos, ‘Zipi y Zape’, ‘Las Hermanas Gilda’… me han proporcionado muy buenos ratos. Ahora disfruto con la novela negra.

¿Tenía algún complejo que le amargara?

Sí, hay cosas que me hubiera gustado cambiar, pero con los años hasta eso aceptas.

¿Qué le evoca el verano?

Mis recuerdos de vacaciones se reparten entre Laredo y La Rioja. Me gustaba la playa, saltar las olas fuertes del Cantábrico, coger chirlas y cangrejos. En La Rioja, en Uruñuela, iba al río con mi pandilla, organizábamos meriendas, salíamos con la bici. Y, ya de adolescente, no nos perdíamos ni una fiesta de los pueblos cercanos. Allí tenía más libertad.

¿Tenía mucha conciencia política?

Siempre he tenido sentido de la justicia social, y más conforme pasa el tiempo. Si eso es tener conciencia política, pues sí.

¿Qué imagen tenía de Francisco Franco?

No tenía una imagen formada; solo recuerdo que, a su muerte, nos dieron fiesta en el colegio, era muy niña. Ahora lo analizo de otra manera.

¿Era religiosa?

No especialmente. El empeño de ser misionera, que muchas hemos tenido, se me pasó pronto.

¿Influía en su conducta el peso del ‘qué dirán’?

A mí, la disciplina y la moral me la imponían en casa mis padres, les agradezco que me inculcaran valores como la responsabilidad, la honradez, el respeto.

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte? ¿Pensaba a menudo en ella?

La primera persona que recuerdo muerta fue mi abuelo paterno. En mi día a día prefiero, desde siempre, pensar en la vida, sabiendo que todos tenemos fecha de caducidad.

¿Cómo ganó su primer dinero?

Como canguro y luego como azafata de congresos.

¿Hizo alguna locura o disparate que le guste recordar?

Un día me llevaron de visita a casa de una señora que me dio un ‘pendiente’ con dos cerezas. Como me enseñaron que no se tira nada al suelo, cuando me las comí, cansada de llevar los huesos en la mano, me metí uno en cada agujero de la nariz. Acabé en el hospital.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?

Charlton Heston, en ‘Ben Hur’, cada Semana Santa; la carrera de cuadrigas…

¿Y la primera persona que, en la vida real, le provocó una emoción inolvidable?

El hijo del lechero de Santoña, Joaquinito, acompañaba a su padre en el reparto de las mañanas; no tendría yo más de 5 años.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?

La del corro de la patata, mi juego preferido; también ‘El Cocherito Leré’, y después, ‘Hola don Pepito’.

¿Quiénes fueron sus grandes amistades?

Mantengo el contacto con algunas de mis amigas de la infancia y el colegio, y también de mi grupo de La Rioja. Pasamos tiempo sin vernos, pero en los reencuentros parece que hubiera sido ayer. Soy de pocas y muy buenas amigas, valoro mucho la confianza.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?

Ya no era niña, había terminado la carrera, estaba impartiendo clases de alemán en la universidad, cubriendo una baja, y al terminar mi contrato, de una forma casi casual, me pidieron que organizase una exposición en una de las ciudades que más me atrae del mundo, Córdoba. Tanto me gustó, que desde entonces no he parado.

¿Por qué estudió Historia del Arte?

Soy medievalista y siempre dudé entre estudiar Literatura o Historia del Arte, pero en segundo curso tuve una magnífica profesora de Historia Medieval, Carmen Orcástegui, que hizo que desviara mi camino. Cuando me licencié, quise recuperar la ruta del arte, y tuve la suerte de que el profesor Azpeitia, al que había conocido en algunas exposiciones, me admitió como doctoranda.

¿Cuál fue su gran alegría? ¿Y la gran tristeza?

Recuerdo como un momento muy triste la muerte de Angelita, una compañera de clase, en COU; ¡era tan injusto! De vez en cuando me encuentro con su madre y la recordamos. Tengo otras tristezas que son muy personales. Grandes alegrías he tenido muchas; no sé, cualquier trabajo del que me sentía satisfecha, me gusta ‘lo bien hecho’, aunque mis mejores momentos fueron -y lo siguen siendo- los que paso con la gente a la que quiero y me quiere. De hecho, lo que más me llena en la vida son los afectos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión