Por
  • Francisco Javier Aguirre

Concierto magistral de Al Ayre Español

Al Ayre Español, durante el recital de este jueves 25 de mayo.
Al Ayre Español, durante el recital de este jueves 25 de mayo.
A.Z.

Los ocho integrantes de Vozes del Ayre, dos mujeres y seis hombres, combinados con el conjunto instrumental de Al Ayre Español y dirigidos por Eduardo López Banzo (que siempre multiplica sus manos distribuyéndolas entre el gesto y el teclado), iniciaron su concierto del jueves 25 con el villancico de Matías Juan de Veana ‘¡Buenas Nuevas!’, dedicado a la Asunción de la Virgen. Entusiasmo y veracidad expresiva, conjugado todo con el espíritu jubiloso que emana del texto. Un reestreno en suelo zaragozano –gran privilegio– tras siglos de olvido y silencio. 

El contraste al enérgico inicio de la sesión lo puso Corelli con su ‘Sonata nº 11 en Re menor, Op. 1’, en cuatro partes, que desgranaron los dos violines, el violonchelo y el contrabajo del conjunto.

El tono ‘Serénense los mares’, de Cristóbal Galán, para contratenor y cuerdas, resultó elegante y conmovedor. Escrito como plegaria para remediar los males del rey Carlos II, sonó fresco, aéreo y luminoso en las inflexiones del solista. Contratenor, tenor y barítono ofrecieron un delicioso contrapunto, acompañado por el órgano en ‘Que os retrate, Señor’, dedicado al Santísimo Sacramento. Con un villancico de Juan del Vado, ‘¡Oigan, miren y vengan a ver!’, de gran brillantez, para todo el elenco vocal e instrumental, finalizó la primera parte.

'Al ayre español *****
Director:Eduardo López Banzo.
Repertorio:Obras de Veana, Corelli Galán y Durón.
Ciclo:Temporada de Grandes Conciertos.

La segunda tuvo un desarrollo similar con obras de Veana, Corelli y Galán, más tres piezas de Sebastián Durón. Aun siendo una constante en toda su trayectoria, hay que destacar el magnífico trabajo de López Banzo descubriendo, transcribiendo e interpretando el rico patrimonio musical español del Barroco, más su acierto al elegir el repertorio y atinar con los intérpretes adecuados. Su forma de dirigir resulta energetizante, no solo para los músicos, sino también para el público asistente. En suma, un concierto magistral e inolvidable.

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