DÍA DEL PADRE

“Cuido de mi padre y la mano que me daba para cruzar la calle, hoy se la tiendo yo a él”

Diez artistas, diseñadores, periodistas y escritores homenajean a su progenitor en el Día del Padre, y evocan su niñez, su magisterio y la complicidad.

El actor y guionista y colaborador de HERALDO Luis Rabanaque con su padre Silvano.
El actor y guionista y colaborador de HERALDO Luis Rabanaque con su padre Silvano.
Archivo Luis Rabanaque.

Cualquier pretexto puede ser bueno para recordar al padre, una figura capital de nuestra civilización, de las novelas, de la vida cotidiana. Y este domingo precisamente es el Día del Padre. Heraldo.es ha invitado a un puñado de ciudadanos vinculados con la cultura para que hiciesen su retrato, y hasta su declaración de amor, al padre, una figura muy presente en todas las artes: la poesía, la novela, el cine, la música, el periodismo, etc. He aquí diez miradas, diez confesiones y diez retratos llenos de emoción, de cariño y de melancolía, porque algunos de los padres ya se han ido. Responden: la diseñadora y fotógrafa Ana Bendicho; el farmacéutico y escritor Pedro Bosqued; la historiadora del arte y comisaria de exposiciones Lola Durán; la escritora y Premio Planeta de 2022 Luz Gabás; la pintora Louisa Holecz; el actor y guionista Luis Rabanaque; la periodista y directora de '20minutos' Encarna Samitier; el escritor y profesor Félix Teira Cubel; el escritor y biógrafo de Elvira de Hidalgo Juan Villalba Sebastián, y el poeta y especialista en copla Miguel Ángel Yusta. Algunos han encontrado fotos con sus padres, fotos de los padres en solitario y otros no han podido hallar retratos en el álbum; en ese caso, salen sus retratos.

La familia Bendicho. Ana va de blanco.
La familia Bendicho. Ana va de blanco.
Archivo Bendicho.

Ana Bendicho. La felicidad en Villafeliche.

Ismael Bendicho, mi padre, nació en Villafeliche y su entretenimiento a los 90 años es acumular historias de su pueblo, de su valle de árboles frutales, alfareros, pólvora y túneles. El padre de mi padre ya era ferroviario al igual que mi hermano, los trenes siempre nos han marcado el trayecto. Antes estudió en Madrid y allí frecuentaba el conservatorio de música, mi hermano toca todo tipo de instrumentos, mi hermana se dedica al teatro y yo al diseño.

Su gran afición era leer en el huerto, rodeado de una valla de jergones, puertas y alambres, donde guardaba sus útiles para trabajar la tierra y sus gafas bajo ladrillos y cajas.

Muchas veces nos reíamos de su aspecto achinado, recuerdo crear toda una historia para contar en el colegio sobre mi origen chino. A mí me gustaba compararlo con el Fari o con Luis Aguilé, por sus corbatas, y yo le cantaba: la chatunga sí, la chatunga no.

Cuando éramos pequeños lo recuerdo preparándonos inventos para jugar con la corriente del agua o con el calor de los radiadores, siempre actividades aprovechando cartones de cajas de zapatos, periódicos, juegos ingeniosos a coste cero. Hoy cocina, ayuda a mi madre y disfruta como nadie cada vez que nos juntamos.

*ANA BENDICHO es diseñadora y fotógrafa. Monta exposiciones y diseña catálogos. Es la propietaria del Estudio Novo.

Pedro Bosqued, en un retrato reciente, cerca de HERALDO, donde colabora desde hace años.
Pedro Bosqued, en un retrato reciente, cerca de HERALDO, donde colabora desde hace años.
A. C. /Heraldo.

Pedro Bosqued. Ecos de un flemón y el Tour

Tiene que haber un motivo recóndito por el que no suelo recordar de forma imborrable, cosas de días marcados como de festejo imperecedero. En cambio, nunca pierdo esa imagen que no es foto, que recrea nuestro cerebro a su libre albedrío, lo imborrable sin apelación. Recuerdo como si la tuviera aquí a un palmo, la mano derecha de mi padre sujetándose un pañuelo blanco de tela y un flemón. No sé si fue el flemón o el pañuelo blanco el que me llevó a ver por primera vez el Tour de Francia, lo imperecedero es que fue él cuando nadie lo recomendaba. La sonrisa bobalicona del flemón pasó; como luego vinieron Perico e Induráin a vestirse de amarillo delante de mis ojos y solo vio mi padre a través de la televisión. Con una sonrisa plácida, la misma que una mañana de martes dibujó en su cara el flemón y el pañuelo blanco ausente. Y ya por siempre llevo esta frase que sigue clavada en mi caja negra. Como decía el escritor Francisco González Ledesma: "Nadie muere del todo mientras alguien te recuerda".

*PEDRO BOSQUED es farmacéutico de profesión, escritor, crítico literario y también cronista deportivo.

Lola Durán con su padre.
Lola Durán con su padre.
Archivo Lola Durán.

Lola Durán. Un veterinario con humor aragonés

De mi padre recuerdo que cuando volvía de trabajar, abría la puerta de casa y silbaba. Inmediatamente las tres hermanas y mi madre dejábamos lo que estábamos haciendo y salíamos a la puerta a darle un beso. Las hermanas corríamos para ver quién llegaba primero a coger las zapatillas de ir por casa y llevárselas.

Era un hombre bondadoso y generoso, siempre dispuesto a echar una mano. Los sábados, que no trabajaba, nos llevaba con él a la Cartuja Aula Dei. Nosotras nos quedábamos fuera y él, que era veterinario, visitaba y, si era preciso, atendía a los animales. Era un profesional que estaba continuamente formándose y muy riguroso en su trabajo, además de una persona muy honesta.

Creo que a mi padre le gustaba todo, todo le venía bien. Su vida era su familia y su trabajo, cuánto disfrutó con sus tres nietos. Era de carácter tranquilo, pocas cosas le alteraban, pero cuando algo le parecía mal... no dejaba pasar una.

Creo recordar que solo una vez me riñó. Cuando yo hacía algo que no le parecía bien, simplemente me miraba y ya estaba todo entendido. Era un hombre aparentemente serio y reservado, pero cuando me fui haciendo mayor me di cuenta de su especial sentido del humor, muy aragonés.

*LOLA DURÁN es comisaria de exposiciones y autora del ‘Catálogo razonado’ de Pablo Serrano.

Luz Gabás con su padre en los años 80.
Luz Gabás con su padre Francisco en 1997. La escritora, que colaboraba en el cine y otros proyectos, aún estaba lejos de iniciar sus éxitos literarios.
Archivo Luz Gabás.

Luz Gabás. Paco tenía alma de poeta

Recuerdo a papá contando historias bajo las estrellas y admirando la luna llena; esperando mi llegada con una sonrisa en la estación de tren de Monzón y agitando sus grandes manos al aire en la despedida; encendiendo el fuego y faenando en la era, en el huerto o en la bodega de la casa de Cerler; protestando por el papeleo; liderando las conversaciones familiares; mirándose coqueto al espejo cuando se peinaba el abundante cabello oscuro aun en la vejez. Era afable, hospitalario, laborioso, enérgico, activo, compasivo, empático, sensible, inteligente e intenso. Le encantaban las matemáticas y el vermut dominical y tenía alma de poeta. Se llamaba Francisco, pero era conocido como Paco. El día del padre recibía con alegría regalos, abrazos y felicitaciones. He heredado mucho de él y, como él, me entrego a todas las celebraciones con pasión, incluida la del día del padre, que ahora disfruto con mi marido y mis hijos y con los recuerdos indelebles y nostálgicos de mi padre.

*LUZ GABÁS es escritora. Ha ganado el Premio Planeta con ‘Lejos de Luisiana’.

Retrato de Laszlo Holecz, realizado por su hija Louisa, pintora.
Retrato de LÁszlóintora.
Louisa Holecz.

Louisa Holecz. László, paciencia, fuerza y bondad

En 2012 pinté el retrato de mi padre, László Holecz. Quería plasmar en cada trazo de su rostro su esencia, su resistencia y su orgullo, pero también su ternura. Mi padre nació en Szengotthárd, Hungría, en 1938. Seis años después, su país fue invadido por los alemanes, y tras la desocupación de los nazis en Hungría entraron los comunistas rusos.

A los 18 años cruzó la frontera a pie hasta Austria donde fue evacuado por la Cruz Roja a Reino Unido, donde conoció a mi madre. Después de varios trabajos llegó a ser el chef jefe del restaurante húngaro The Gay Hussar, muy popular entre políticos, periodistas y estrellas del mundo del teatro por su cercanía al Shaftesbury Avenue.

Pinté el retrato de mi padre cuando ya estaba jubilado y cuidaba de mi madre, que padecía de demencia. A pesar de las circunstancias, siempre ha conservado un increíble sentido del humor y positividad. Es por ello que, a través de la obra, quería agradecerle su paciencia, fuerza y bondad.

Título: ‘Dearest Father’, 2012. Técnica mixta sobre lienzo, 150 x 150 cm. Fotografía: Antonio Ceruelo. Louisa Holecz, 2023.

*LOUISA HOLECZ es una pintora londinense afincada en Zaragoza desde hace casi un cuarto de siglo. Actualmente expone en La Casa Amarilla.

Silvano Rabanaque, padre de Luis Rabanaque, recordado aquí con inmenso afecto.
Silvano Rabanaque, padre de Luis Rabanaque, recordado aquí con inmenso afecto.
Archivo Luis Rabanaque.

Luis Rabanaque: 'Carrusel deportivo', el 850 rojo

Silvano y yo nos quisimos mucho. Nos llevábamos más de cuarenta años, pero él siempre se empeñaba en aprender cosas que nos pudieran acercar. Vino a Zaragoza desde Pozuel del Campo para trabajar en la construcción del estadio de la Romareda; aunque mis recuerdos de infancia son con él trabajando en el Alumbrado Público. Íbamos de excursión muchos domingos con su 850 rojo. A los Pinares de Venecia, a los de Zuera... Abría las puertas del coche, ponía 'Carrusel Deportivo' y jugábamos al balón. No le resultó sencillo asumir mis oficios titiriteros y mucho menos que dejara "un trabajo fijo y serio". 

Pero me hizo muy feliz comprobar que con el tiempo, cuando me veía en el teatro o en la televisión, se sentía orgulloso de mí. Él, que era muy discreto, me hacía pasar malos ratos cada vez que lo acompañaba al médico o a comprar. Enseguida lo veía venir, le susurraba por lo bajo "papá, por favor...", pero sin darme opción a frenarlo le decía a la otra persona: "Es mi hijo. Lo ha conocido, ¿verdad?". Al salir le echaba la bronca y se reía de mí. Felicidades, papá. Me acuerdo de ti cada día.

*LUIS RABANAQUE es actor y guionista de cine y televisión. Y uno de los miembros de 'Oregón Televisión'.

Encarna Samitier en la redacción de '20minutos', periódico del grupo HENNEO que ella dirige.
Encarna Samitier en la redacción de '20minutos', periódico del grupo HENNEO que ella dirige.
Archivo E. Samitier.

Encarna Samitier. Atticus Finch en la montaña

Aprendí a leer con la maestra que había enseñado las primeras letras a mi padre. Yo le llevaba a Sor Guadalupe los sellos usados para las misiones que él iba guardando en un bote de cartón. Ella me daba a cambio unas chucherías: “Dale estos ‘bolicos’ a Manolito”. Yo cumplía el encargo escrupulosamente. Ambos compartíamos las bolitas de anís. Y yo lo veía como a un niño y, a la vez, como un padre protector, grande, bueno y confiable como un mastín del Pirineo. Le gustaba vivir en Barbastro y decía que sus tomates eran los mejores del mundo. Yo creía que eso era demasiado y ahora me acuerdo de él cuando veo triunfar, con toda razón, a esos tomates rosas. Amaba la montaña, y de su mano nos perdíamos por los caminos de Batisielles, el pico Cerler, la Peña Montañesa y la aldea de Morcat, donde fue muy feliz, a los 16 años, como maestro. 

La luz de su despacho, encendida hasta muy tarde mientras tecleaba un escrito y fumaba Ideales, era una permanente invitación a entrar y contarle cualquier cosa. De su mano me perdí también en Julio Verne, Stefan Zweig o El Quijote. Puede que suene exagerado, pero cuando vuelvo a verlo en sueños lo confundo con el Atticus Finch de ‘Matar un ruiseñor’.

*ENCARNA SAMITIER es periodista. Fue redactora jefa de HERALDO y actualmente es directora de '20minutos'.

Los padres de Félix Teira en Belchite.
Los padres de Félix Teira en Belchite.
Archivo Félix Teira.

Félix Teira. Mariano murió joven en la viña

Mi padre nació en 1920. Cuando aquella generación se empezaba a afeitar la azotó la guerra, seis años de mili. Después se ganó el pan como labrador con caballerías en un territorio reventado por el cierzo, calcinado por el sol y siempre sediento. Paliaba las malas cosechas con temporadas en Francia o en las obras de la Universidad Laboral. El trabajo en el campo era una especie de esclavitud. Yo les quitaba las "punzas" de las manos cuando mis padres venían de segar. Entonces me dijo una frase que no me agradó, me encontraba bien en el pueblo: "Estudia y escápate de aquí". Estudiar en Zaragoza dependía de que los trigos granaran, y no siempre lo hacían en aquel secarral. 

Mariano Teira murió joven en la viña, cuando apuntaba el progreso: tractores, nevera y televisor. Yo entonces era un adolescente soñador e inconsciente. Cuando maduré le quise mostrar mi infinito agradecimiento, pero él ya no estaba. ¡Cuántas conversaciones pendientes! Vaya desde aquí mi cariño a esa abnegada generación.

*FÉLIX TEIRA es escritor. Recibió el Premio 'Artes & Letras' y el Premio 'Imán'. Es esencialmente novelista y narrador.

Juan Villalba con su padre.
Juan Villalba con su padre.
Archivo Villalba.

Juan Villalba. Aquel rancho de la Ponderosa

Recuerdo a mi padre a finales de los años sesenta y principios de los setenta pluriempleado, trabajaba en telégrafos, como profesor de autoescuela y, en ocasiones, también como camarero. Me gustaba cuando llegaba por la noche y venía a verme a la cama y me traía algún detalle: una golosina, un vaquero o un indio de plástico, el adorno de alguna botella de licor… nada, poca cosa, pero para mí era importante. La locura fue cuando un día me regaló por sorpresa, hecha con sus propias manos en madera, la Ponderosa, el rancho de la familia Cartwright: la casa con sus porches, los establos, los postes para atar los caballos… Todo un mundo de fantasía y mil aventuras por vivir.

Con gran disgusto por mi parte y no pocas protestas, mi madre me mandaba a la cama justo después de que desfilara la familia Telerín, pero si cuando regresaba mi padre todavía me encontraba despierto, pervertía la orden materna y me llevaba con él al comedor para ver una película todos juntos.

Mi padre era un superhéroe sin capa ni capucha, más fuerte que Goliat y Taurus; más valiente que El Capitán Trueno y el Jabato; más inteligente que Vickie el Vikingo. En la actualidad cuido de él y la mano que me daba para cruzar la calle, hoy se la tiendo yo a él.

*JUAN VILLALBA SEBASTIÁN es escritor y profesor jubilado. Ha escrito muchos libros, es biógrafo de Elvira de Hidalgo, entre otros personajes.

Miguel Ángel Yusta.
Miguel Ángel Yusta con su familia; él, al lado de su padre, lleva corbata clara.
Archivo Mayusta.

Miguel Ángel Yusta. Radio, turrón y anís

[Por la noche, la radio encendía sus ojitos y sé que nos veía

cuando mi padre regresaba cansado de golpear el viento

y mi madre desenvolvía el papel de estraza de la cena;

yo le guiñaba entonces un ojo a mi radio, vieja compañera.

(M. Á. Yusta. 'Ayer fue sombra'.)

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De mi padre Jesús (1899-1979) tengo recuerdos ya lejanos, pero muy vivos. La infancia en la casa de la calle Mayor, junto a la tienda de Quiteria Martín, donde nací y vivimos hasta mis nueve años. Las navidades grises, de radio, tableta de turrón, botella de anís y espera a que él volviese del tajo, cansado pero sonriente. Los años sesenta en que luchó por mejorar y sacar adelante a su familia. Mi madre, al pie del cañón, sacrificada y abnegada, como él...

Recuerdos de un casi ochentón que en el Día del Padre de 2023, hace balance, mira a sus hijos y nietos y sonríe como su padre, ejemplo de resistencia, amor y ajeno siempre al resentimiento, rencor o intransigencia.

Mi padre está ahí, en mi memoria, y muchas veces conversamos y nos asombramos de cómo ha evolucionado este mundo y de qué hermoso es tener alguien a quien este domingo podamos decir: ¡Felicidades, papá!

UNA ELEGÍA DE 1979. ¡A MI PADRE MUERTO'. 

Han pasado los días 

y aquella primavera no regresa. 

Tú contemplas ya el mundo desde dentro 

descansando en paz de tus ensueños, 

en los muros abiertos hacia el cielo 

Han pasado los días 

y la desesperanza se sosiega. 

La luz proporcionada del ocaso 

se prende de alfileres en las ruinas 

de una ciudad sin fondo. 

Apenas ya resuenan esos pasos 

grises de humo y de silencios largos. 

Has dicho adiós despacio. 

Y sin querer marcharte me posees 

en una claridad de tu morada 

que comparto cogido de tu mano 

suave y senil en mi lejana infancia... 

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