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Miguel Mena: "La supervivencia de muchos pequeños pueblos nace del apego visceral de sus habitantes"

El escritor y periodista publica 'Zaragoza. Historias de ida y vuelta' (Pregunta), 52 testimonios de gentes de 45 localidades que regresan a casa

Miguel Mena, un andariego de las tierras de Aragón, publica un conmovedor libro sobre el retorno.
Miguel Mena, un andariego de las tierras de Aragón, publica un conmovedor libro sobre el retorno.
José Miguel Marco.

Siempre se decía que la despoblación había afectado mucho a Huesca y Teruel. ¿Por qué se ha centrado en Zaragoza en su libro ‘Zaragoza. Historias de ida y vuelta’ (Pregunta), cómo surgió la idea?

-Poco después de dejar la radio, me llamó Vicente Pinilla, director de la Cátedra DPZ sobre Despoblación y Creatividad y me propuso aprovechar mi conocimiento del medio rural para colaborar con ellos. Me dio carta blanca y, después de barajar distintas posibilidades, me incliné por buscar a personas que hubieran retornado a sus lugares de origen en edad laboral, no tras la jubilación, que es un perfil muy diferente. Quería huir de la visión romántica que tienen los urbanitas convertidos en neorrurales y conocer la mirada de quien vuelve al lugar del que marchó y lo hace sabiendo los inconvenientes que se va a encontrar. Me he centrado en Zaragoza por proximidad y porque su despoblación rural alcanza el mismo nivel que las de Huesca y Teruel, detalle que suele olvidarse porque los datos de la capital maquillan las estadísticas demográficas su entorno.

¿Quería probar algo, o son las historias humanas las que permiten sacar muchas conclusiones?

-Me movía la curiosidad y he descubierto distintas motivaciones, con el denominador común del apego como gran motor para el retorno. Luego cada cual tiene su historia y la mayoría con una gran carga emotiva. Por otra parte, nadie oculta los problemas y las carencias que siguen encontrando en sus pueblos, y en algunas de ellas la verdad es que no había pensado jamás. Me han descubierto muchos aspectos interesantes.

Usted es un andariego de Aragón y sus pueblos. ¿Qué ha aprendido de ellos y cómo definiría el amor al terruño, qué lecciones o muestras de afecto, a veces casi sobrehumano, le dio la gente?

Cuando viajo por Aragón me vienen continuamente a la cabeza aquellos versos que escribió Labordeta y cantaba La Bullonera: “De esta tierra hermosa, dura y salvaje / haremos un hogar y un paisaje”. La supervivencia de muchos pequeños pueblos no se entiende sin el arraigo, sin ese apego visceral que tienen sus habitantes, porque la segunda mitad del siglo XX fue para ellos una continua invitación a marcharse, y sin embargo ahí siguen. La mayor lección que me han dado es la dignidad.

¿Por qué 52? ¿Cómo ha sido el proceso de documentación? ¿Cómo llega a estas gentes y no a otras?

-Me había fijado del objetivo de entrevistar a cincuenta personas. Cuando ya tenía el trabajo completo, un fin de semana en Sos del Rey Católico y Luesia conocí a dos personas con el mismo perfil y decidí incorporarlas. Mi manera de localizarlas fue tirando de mi agenda de contactos de la radio: llamaba a gente de diferentes zonas y les preguntaba si conocían personas con ese perfil. También escribí a varios ayuntamientos que me facilitaron distintos contactos

"Cuando viajo por Aragón me vienen continuamente a la cabeza aquellos versos que escribió Labordeta y cantaba La Bullonera: 'De esta tierra hermosa, dura y salvaje / haremos un hogar y un paisaje'”

Parecía un libro llamado para la crónica o el reportaje. Sin embargo, ha empleado la primera persona. ¿Por qué?

-Comencé redactando cada encuentro como un reportaje, pero aquello me recordaba demasiado a mis libros de viajes y me pareció que ese no era el tono adecuado. Entonces opté por borrar al entrevistador y dejar sólo los testimonios del entrevistado, que sonase más personal y más directo. Creo que en primera persona llega más profundamente al lector.

Miguel Mena es un enamorado del medio rural y aquí narra las historias, esa lucha por la dignidad, en primera personal.
Miguel Mena es un enamorado del medio rural y aquí narra las historias, esa lucha por la dignidad, en primera persona.
José Miguel Marco.

Hay historias de todo tipo. Vidas llenas de aventura, más que de desventuras, pero siempre hay un gusanillo: el del retorno. ¿Cómo han sido esas vidas, ese tránsito del pueblo, el éxodo y el regreso? Algunos dicen, ahora, “de aquí ya no me moveré”.

Lo curioso es que prácticamente no hay dos testimonios iguales. Son vidas distintas, profesiones diferentes, experiencias muy diversas que sólo tienen en común el haber retornado a sus raíces. Algunos dicen que jamás se les pasó por la cabeza volver y otros que no pensaban más que en el retorno. Hay quien ha vuelto con un buen puesto de trabajo, quien se ha tenido que buscar la vida en diferentes ámbitos y quien volvió empujado por la pandemia. Eso sí, en una cosa coinciden todos: a pesar de las dificultades, ninguno se ha arrepentido. Todos piensan seguir donde están.

¿Por qué se repiten algunos pueblos?

Hay 45 municipios representados, de todas las comarcas de la provincia. Lo importante son las personas: cuando tenía dos buenos testimonios de una misma localidad, no quería renunciar a ninguno de ellos.

Llama la atención, en casi todos los casos, que la gente parece haber recuperado el tiempo perdido.

Es un sentimiento de reencuentro bastante común, de retomar un paisaje y una vida social, de volver a la casilla de salida y empezar otra vez el juego.

¿Los que vuelven retornan con una idea de salvadores, en cierto modo, o son hiperactivos? Hay gente que forma parte de cooperativos, que son concejales de cultura y hasta alcaldes.

Eso es un fenómeno digno de analizar: casi todos los que vuelven se implican en actividades sociales. También es cierto que los pueblos han cambiado muchísimo en ese sentido. La idea de aquellos pueblos mustios y adormecidos de hace cincuenta años contrasta con las localidades actuales, en muchas de las cuales se esfuerzan por mantener actividades deportivas y culturales durante todo el año. También crece el sentimiento de orgullo rural. Ya nadie se siente inferior a quien vive en una ciudad.

Ha hablado con mucha gente, como si estuvieras en la radio. ¿Ha sido eso lo más emocionante, oír las historias, con qué se queda?

Sí, en cierto modo ha sido muy parecido a los muchos programas de radio que realicé por todo Aragón. Siempre disfruté mucho con ellos, escuchando las vivencias de los invitados, y en este trabajo ha sido igual. Todos han sido enormemente generosos contigo y cada uno me ha dado una pequeña lección de vida que me ha hecho reflexionar.

¿Cuáles serían las dos o tres o cuatro historias que más le han hecho vibrar?

Hay muchas: la de Ángel, que se marcha de Ricla siendo un chaval y vuelve treinta y ocho años después para montar un restaurante; la de Belén, que regresa a Cariñena desde París porque su marido, un informático francés, tiene la loca idea de hacerse cargo de las viñas de su suegro; la de Pablo, de Caspe, que pasa de ser fan de Carlos Nuñez a convertirse en luthier y músico de su banda; la de Pedro y su mujer, que conducen cada día doscientos treinta kilómetros, durante veintiocho años, para trabajar en la Opel y vivir en Orcajo; la de Elena, de Alborge, que se monta una clínica veterinaria móvil en una furgoneta, etc, etc. Todo el libro está lleno de historias así, emocionantes de principio a fin.

"¿Tópicos a desterrar? Muchos tendrían que desterrar la mirada displicente y de menosprecio hacia el medio rural. Nadie es mejor o peor por ser de pueblo o de ciudad"

Después de un libro así, ¿tenemos que desterrar algún tópico?

Muchos tendrían que desterrar la mirada displicente y de menosprecio hacia el medio rural. Nadie es mejor o peor por ser de pueblo o de ciudad.

¿Qué cree que pueden hacer de verdad los gobiernos ante la despoblación y la soledad del mundo rural?

Técnicamente, no lo sé. Yo sólo les aconsejaría viajar por la España interior sin coche oficial y si caravana electoral. Pero, sinceramente, no creo que ningún político nacional, de ninguna tendencia, lo haga ni lo vaya a hacer jamás.

"Obviamente, no habría vivido en un pueblo pequeño a los treinta o cuarenta años y con mi actividad como locutor de radio, pero si tienes salud y pasas de los sesenta puedes vivir varias vidas"

¿Qué queda de aquel viejo adagio: “Pueblo pequeño. Infierno grande”?

Contestaré con otro igual de viejo: “En todas partes cuecen habas”. Tan infernal puede ser un pueblo como Nueva York, y en ambos sitios también se puede ser feliz. Eso depende de muchas cosas, incluida la actitud de cada cual.

¿Cómo vive un periodista y escritor como Miguel Mena en Trasmoz, qué le da el pueblo a usted, urbanita absoluto durante años?

Me da paisaje, tranquilidad y una interesante vida social por la convivencia con personas de distintas edades, distintas profesiones y distintos ambientes, una mezcla que paradójicamente se da menos en las ciudades, donde tiendes a convivir con un entorno bastante más uniforme. Obviamente, no habría vivido en un pueblo pequeño a los treinta o cuarenta años y con mi actividad como locutor de radio, pero si tienes salud y pasas de los sesenta puedes vivir varias vidas y creo que la de jubilados en el medio rural crecerá mucho en las próximas décadas, lo cual también puede movilizar empleo para los servicios que ese sector demandará.

Miguel Mena, Vicente Pinilla y Rosa Cihuelo y dos representantes de la cátedra de despoblación.
Miguel Mena, Vicente Pinilla y Ros Cihuelo y dos representantes de la cátedra de despoblación.
Archivo DPZ.

FICHA

‘Zaragoza. Historias de ida y vuelta’. Miguel Mena. Pregunta. En colaboración con la Cátedra DPZ sobre Despoblación y Creatividad, y Diputación Provincial de Zaragoza Zaragoza, 2023. 260 páginas. [Presentación al público general el 15 de marzo, salón de plenos de la Diputación de Zaragoza.]

 

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