La Orquesta Filarmónica de la Universidad de Valencia fue la protagonista de la antepenúltima sesión del 43 Ciclo de Introducción a la Música en la mañana del domingo, día 12, bajo la batuta de Beatriz Fernández Aucejo.

Estas formaciones suelen ofrecer programas bien trabajados y digeridos. También incluyen con frecuencia en su repertorio obras contemporáneas de interés. En esta ocasión fue el ‘Concierto para clarinete, nº 1’, de la compositora sueca Emmy Lindström, que aún no ha cumplido los cuarenta años.

Antes, como aperitivo, los valencianos ofrecieron el poema sinfónico ‘La bruja del mediodía, (Polednice) Op. 108, B.196’, de Dvorak, reflejando con verismo el truculento relato en que se basa la partitura. Su interpretación fue una muestra de entendimiento entre directora y músicos, ella con gestos de expresiva viveza y ellos con respuestas muy bien asimiladas.

El castellonense Bernardino Assunçao Sales fue el solista de la obra de Lindström, vinculada armónicamente al impresionismo con ribetes claros del jazz en el discurso solista, elocuente y refinado, sobre todo en el segundo movimiento, ‘Midland Hawthorn’, donde la flexibilidad melódica contrastó con las alteraciones rítmicas y el virtuosismo de bravura que gobernaron los movimientos precedente y posterior.

La ajetreada trayectoria artística y emocional de Prokofiev aparece reflejada en su ‘Sinfonía nº 7, en Do sostenido menor, Op. 131’, última de sus composiciones, escrita además bajo presión política. Se percibe desde el ‘Moderato’ inicial, de espíritu lúgubre, aunque son perceptibles en el ‘Allegretto’ siguiente los intentos del compositor por superar los límites expresivos impuestos por la dictadura. Los propios intérpretes mostraron mayor soltura en su ejecución.

Como propina, la marcha de ‘El amor de las tres naranjas’, del mismo Prokofiev.