Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

¿Que ganen los malos?

Luis Zahera, en una escena de 'As bestas'.
Luis Zahera, en una escena de 'As bestas'.
H. A.

Recuerdo haber visto ‘Las amistades peligrosas’ en el cine cuando era adolescente. No había (no he) leído el libro de Choderlos de Laclos, así que no sé si es mejor que la película, porque no siempre es así la cosa. Glenn Close, John Malkovich, Michelle Pfeiffer y sus extraordinarias interpretaciones (Uma Thurman, aún aniñada, también dejaba claro que ahí había madera de gran actriz) me dejaron pegado a la butaca, como ‘As bestas’ ahora; otra maravilla de narrativa y ambientación, en las antípodas estructurales de aquellas intrigas palaciegas. ¿O no? 

Ambos peliculones tienen más similitudes de lo que cabría esperar a simple vista; las intrigas, la maldad tatuada en la piel, la inocencia rota, los apabullante diálogos, los silencios, los giros;en una y otra cinta, además, los malos atrapan la atención. 

Olvidemos la extracción social; el magnetismo de la vileza bien encarnada sigue siendo una realidad en el séptimo arte, hasta el punto de que muchas veces queremos que ganen los chungos. Para chungo, Zahera I el Rapaz Capaz, el hombre que susurraba al galo grande; sí,soy pesado, vean ‘As bestas’ si aún no lo hicieron, ‘pofavó’.

El caso es que muchos preferimos el final amargo al melifluo. ¿Por qué? Quizá descubrimos muy pronto la escasa vigencia de los ‘happy endings’ en la vida real, y desarrollamos presto un colmillo lobuno a la hora de cuestionar las posibilidades de que vuelen pajaritos sobre nuestras cabezas sujetando un paño color pastel, mientras alguien canturrea una alegre melodía y saltamos por el césped entre cervatillos. Miedo daría, ahora que lo pienso.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión