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  • Eva Cosculluela

Los héroes de pacotilla de Fernando Aramburu

El escritor donostiarra, que se licenció en Zaragoza, regresa con sus ficciones a Euskadi y el mundo de ETA.
El escritor donostiarra, que se licenció en Zaragoza, regresa con sus ficciones a Euskadi y el mundo de ETA. Y el viernes dialogará en el Paraninfo con Eva Cosculluela.
Efe.

Con la publicación de ‘Patria’ en 2016, Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) se consolidó como uno de los más afilados cronistas de la vida en el País Vasco durante los años en que ETA impuso la dictadura del terror. Antes lo había explorado en ‘Los peces de la amargura’ (2006) o en ‘Años lentos’ (2012). Pero Aramburu también nos había ofrecido grandes libros de humor, como ‘Ávidas pretensiones’ (2014) o ‘Viajes con Clara por Alemania’ (2010).

En ‘Hijos de la fábula’, el autor combina con acierto los dos registros para contar la peripecia de Asier y Joseba, dos veinteañeros vascos recién unidos a ETA, que se esconden en una granja en el sur de Francia mientras esperan instrucciones de la dirección de la banda para recibir un curso de adiestramiento. Los días pasan y ellos, locos por pasar a la acción, se entretienen ayudando a los granjeros mientras fantasean con las acciones en las que participarán. Pero mientras esperan –corre octubre de 2011–, ETA anuncia que deja definitivamente las armas. 

«Provocas, Joseba. ¿No te das cuenta? Te gusta demasiado la vida», le recrimina a su compañero cuando se para a leer en el periódico el resultado de la Real Sociedad.

Entre la perplejidad y la decepción, Asier y Joseba deciden seguir adelante con la lucha y montar su propio grupo terrorista en el que sólo militan ellos dos. Porque si ETA no lo hace, alguien tendrá que hacerlo y ahí están ellos para corregir el error. Sin dinero, sin armas y sin experiencia alguna –en las lides terroristas y en la vida en general– los dos jóvenes inician un divertidísimo periplo que los lleva de vuelta al País Vasco pasando por Toulouse, Huesca, Zaragoza y Garrapinillos, en su afán por pasar a la Historia como los héroes que acabaron lo que ETA dejó a medias.

La construcción de los personajes es una de las grandes virtudes de esta novela: Aramburu muestra a sus dos protagonistas en toda su complejidad, huyendo de simplificaciones –a pesar de lo simples que parecen–, completando la parte cómica con otros rasgos que administra muy hábilmente. A ratos los vemos patéticos: en algunas páginas hilarantes, mientras esperan noticias de los dirigentes, Asier y Joseba se preparan para la acción con lo que tienen a mano: hacen prácticas de tiro con escobas que sustituyen a los fusiles recreando con la boca el ruido de la explosión; simulan ejecuciones disparando con los dedos en forma de pistola (que siempre les salen bien, claro) o ensayan los secuestros capturando (con escaso éxito) gallinas de la granja que representan empresarios «explotadores de la clase obrera que no pagan el impuesto revolucionario». Otras veces producen cierta ternura –Joseba dejó su pueblo a punto de ser padre y no sabe si ese bebé ha nacido, si tendrá un hijo o una hija o si llegará a conocerlo–. Pero Aramburu no nos permite olvidar que a pesar de la caricatura feroz que nos muestra a estos dos desastrosos aprendices de terroristas, estamos ante dos hombres que justifican la violencia y que ven en la lucha armada la única forma lícita de conseguir sus objetivos.

Ni Joseba ni Asier son ideólogos de alto nivel, y eso los convierte en trasuntos de los miles de jóvenes que se unieron al grupo terrorista arrastrados por mensajes abertzales como los que ellos repiten: «¿Lo has comprendido? Somos militares. Igual no te lo parece. Pues bien, lo somos de la cabeza a los pies. ‘Gudaris’ de una guerra sin las batallas a campo abierto de otras épocas. ¿Por qué? Pues porque el enemigo tiene ejército y nosotros, no. […] La razón está de nuestra parte. Sin la menor duda, nuestra guerra es justa. La del Estado, represiva. Y le vamos a dar caña por un tubo. […] La liberación de la patria vasca es un acto de justicia mayor. […] Conclusión: no podemos ser injustos. Imposible. Aunque quisiéramos. Aunque caigan niños».

La consecución de sus objetivos justifica la firmeza con la que Asier, que se ha autonombrado dirigente del grupo, impone la austeridad durante el viaje –duermen a la intemperie, apenas comen, pasan la mitad del recorrido con la ropa empapada por la lluvia…– y muestra la dificultad de mantenerse fiel a unos principios estrictos cuando el hambre aprieta. La causa no sólo es lo primero: es lo único. «Provocas, Joseba. ¿No te das cuenta? Te gusta demasiado la vida», le recrimina a su compañero cuando se para a leer en el periódico el resultado de la Real Sociedad, sin reparar en que está haciendo evidente que la vida es incompatible con una causa como la que defienden.

Los dos jóvenes inician un divertidísimo periplo que los lleva de vuelta al País Vasco pasando por Toulouse, Huesca, Zaragoza y Garrapinillos, en su afán por pasar a la Historia como los héroes que acabaron lo que ETA dejó a media.

Con ecos que recuerdan al agrimensor kafkiano que espera y espera sin saber qué tiene que hacer en ‘El castillo’ o a los beckettianos Vladimir y Estragón, pero también al Gordo y el Flaco, Aramburu ha compuesto una novela divertida e inteligente, muy medida y muy bien resuelta, una aguda parodia del fanatismo que se adentra en un asunto espinoso con ligereza y sarcasmo. Todo un reto del que Aramburu sale más que airoso.

LA FICHA

NARRATIVA ESPAÑOLA

'Hijos de la fábula'. Fernando Aramburu. Tusquets Editores: colección Andanzas. Barcelona, 2023. 312 páginas.

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