cultura

El cine y la literatura, la mejor medicina para un farmacéutico

El aragonés Alfredo Andreu, de 30 años, acaba de rodar su cuarto corto y este jueves presenta en la FNAC (19.00) su primera novela.

Alfredo Andreu, farmacéutico, cineasta y escritor, en la entrada de los cines Palafox.
Alfredo Andreu, farmacéutico, cineasta y escritor, en la entrada de los cines Palafox.
Oliver Duch

A sus 30 años, el zaragozano Alfredo Andreu podría seguir progresando laboralmente en la compañía farmacéutica en la que permaneció hasta 2019 tras haber estudiado esa especialidad en la Universidad de Navarra. Pero la pulsión por contar historias es tan incontenible y su vocación artística tan insobornable que el pulso lo ha ganado el tan inestable e impredecible mundo del arte. Sus anhelos por expresarse le han llevado a rodar el pasado fin de semana como director el cortometraje ‘Mi vecino Yuan’ y a presentar este jueves 19 de enero en la FNAC de la capital aragonesa su primera novela, ‘Cisne de papel’ (Mira Editores).

"Dejar el trabajo fue la decisión más fácil que he tomado en mi vida. Creo que la decisión correcta se hace evidente cuando tienes la información necesaria. Lo difícil fue sobreponerme a la vergüenza de decir a mis amigos, mi familia y mis compañeros de trabajo que me marchaba para dedicarme a algo con lo que sabía que me costaría años llegar a ganarme la vida. Y si es que llego a conseguirlo, que para nada está garantizado. Pero las dudas las corté rápido. Me dije: 'Cuando esté en mi lecho de muerte, ¿de qué me habré sentido más orgulloso?'. Fue la espada que corta el nudo gordiano", revela.

Su pasión por las películas germinó de niño, en el placer solitario de ver las cintas de VHS que estaban a su alcance en casa. "Así empecé a ver cine. Pero mi vocación por contar historias ha sido muy gradual. No me levanté un día de la cama y dije 'quiero ser director'. Me di cuenta de que existía esa figura en cuarto de la ESO. En concreto, estaba buscando un libro de química en la biblioteca cuando me crucé por casualidad con la autobiografía de Frank Capra. Tuve una conexión grande con ese libro. Más que con el de química", rememora.

En la etapa universitaria en tierras pamplonesas hizo malabarismos para hallar huecos en su apretadísima agenda de la carrera de Farmacia y Nutrición para asistir a clases de interpretación ("Era la forma más sencilla que encontré para mantenerme conectado con esa fascinación que me producían las películas"). Posteriormente, en 2021, se dio el gusto de estudiar cine en Los Ángeles, la meca del séptimo arte. "En Los Ángeles gané confianza porque me permitió rodar mucho, que es lo que necesitaba y quería. Es el lugar más estimulante que he conocido para los que quieran dedicarse al cine. Esa experiencia me hizo derribar muchas barreras mentales porque en España vivir de hacer cine no se considera un ‘trabajo de verdad’. Allí, en cambio, la industria audiovisual es uno de los tres sectores que más aporta al PIB del país y de California", razona.

Conocedor de que el camino va a ser arduo y no exento de obstáculos, se abraza a la única receta posible: trabajo y constancia. Acaba de rodar en Zaragoza su cuarto cortometraje, ‘Mi vecino Yuan’. "Ha sido un esfuerzo extenuante y ha merecido la pena cada segundo de la lucha por sacarlo adelante. Quería contar una historia de prejuicios y de odio al vecino, y de cómo hay experiencias en la vida que son capaces de darle la vuelta a lo que has oído sobre alguien, y de cómo crecer es darse cuenta de que lo que nos une es mayor que lo que nos diferencia", comparte.

En el horizonte atisba su sueño más deseado: dirigir un largometraje. "Todo va dirigido a eso. Lo que pasa es que para que alguien confíe en ti y apoye tu historia, debes primero aprender el oficio y hacerte merecedor de una inversión. Si hay salud, daré lo mejor de mí por lograr dirigir una película. Hay voces que siempre tratan de disuadirte porque 'eso de dirigir no es un trabajo de los de verdad' y 'solo viven de eso dos o tres'. El cine es una carrera de fondo. Es como un mantra que toda persona que está en ello en este país se repite. Lo que trato por todos los medios es de mantener viva esa carrera sin desfondarme por el camino", reflexiona.

La literatura

Paralelamente, Andreu alimenta otro fuego sagrado, el literario. Otro proceso creativo que este jueves plasmará con el bautismo de la novela ‘Cisne de papel’ en la FNAC (19.00), con Encarna Samitier como madrina. "Quería darle salida a una historia que llevaba en mi cabeza desde hacía tiempo. Mi idea inicial era escribir con eso un guión, pero eso se iba a quedar en un cajón durante un tiempo. Así que escribí una novela, que ya es un producto terminado en sí mismo. Además, consideré que el medio literario casaba bien con esta historia, porque quería meterme mucho en el mundo interior de la protagonista, que es una actriz, y volcar ahí lo que yo había vivido tanto en experiencia directa como lo que había observado en otros amigos actores", sintetiza.

Una experiencia con la que se ha deleitado y en la que persistirá. "La literatura es un juguete maravilloso, como dice Rosa Montero. Para mí la vocación es cámara y guión, pero si eso no pudiera ser, la literatura siempre estará ahí", concluye.

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