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Francisco Javier Aguirre: "Mi filosofía ha sido siempre ir por libre"

Riojano del 1945 y crítico musical de HERALDO, es un enamorado de Teruel. Publica una sátira de la España en crisis: "Debacle en Nagoragorana".

Javier Aguirre es un riojano transformado por Aragón.
Javier Aguirre es un riojano transformado por Aragón.
José Miguel Marco

 ¿Ha logrado ser el escritor que quería ser?

Realmente he llegado más allá de lo que pensaba cuando abandoné Madrid y el mundo editorial en 1978, retornando a la función pública en Teruel, en inferiores condiciones económicas y sin el relieve social que tenía en la capital. Pero en la vida hay que tomar decisiones importantes dando prioridad a lo que la tiene, que en mi caso fue el bienestar de mi familia. Al venir a Zaragoza, en 1988, las circunstancias me permitieron reengancharme y estoy muy satisfecho de lo conseguido.

¿Lo dice con la boca grande?

Desde luego. Mi filosofía ha sido siempre ir por libre, escribir lo que me apeteciera sin seguir estilos o modas, y explorar el arte del lenguaje, que para mí es el verdadero mérito literario.

Escribió un libro sobre los Amantes y la música. ¿De qué se siente más orgulloso?

El libro ‘La otra vida de los Amantes de Teruel’, de 2017, es una recopilación de las informaciones que fueron apareciendo a lo largo de mis cinco años de investigación (1998-2002) en torno a la presencia de los Amantes en el cine y la música del siglo XX. Es una especie de gran reportaje sobre algo que culminó con la primera y única presencia de la Orquesta Nacional de España en Teruel, en 2002, para estrenar una partitura específicamente compuesta por Mikis Theodorakis en honor de los Amantes, en la que fusionó temas de las tres partituras que había realizado en la década de los 60 para dos películas y un ballet, con el protagonismo de Isabel y Diego.

Theodorakis estuvo en Teruel...

Sí. En los años 50. Eloy Fernández Clemente, cuya reciente muerte he sentido tanto, puso un hermoso prólogo al libro. Ya que hablamos de música, he de confesar que ha sido mi primera afición, por delante de la literatura.

Eso no se sabía demasiado.

Tras un aprendizaje autodidacta, me matriculé en el Instituto Musical Turolense, germen del actual Conservatorio profesional, pero ya con 35 años. Compré entonces el piano que tengo en casa, en el que practico de vez en cuando. He compuesto algunas melodías, una de las cuales figura en uno de los CDs del grupo ‘Montesolo’, del que formé parte hasta su disolución tras la muerte repentina de Pepe Gastón.

El Matarraña ha sido otro de los lugares que te han hechizado...

Me hechizó desde su paisaje hasta su lengua vernácula que tanto aprecio, pasando por las tradiciones y la riqueza monumental. Han sido siete los textos que le he dedicado. La querida y recordada Teresa Jassà, ceramista y poeta, halló allí mi segunda patria.

Ha dirigido colecciones y ha hecho libros alegóricos, criminales, románticos y eróticos. ¿Ha sido un inadaptado o un inconformista que se atreve a jugar?

Me sale una docena larga: he dirigido ocho colecciones en Madrid, cuatro en Zaragoza y una en Tarragona. He intentado abrir nuevos caminos a personas que comenzaban, y potenciar, entre otros géneros, el relato corto que tenía escaso predicamento a finales del siglo XX. Sobre mi propia trayectoria, la define bien y a ella se pueden aplicar calificativos como la experimentación, el inconformismo y la inadaptación. «No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma», decía el gran Krishnamurti, uno de mis referentes intelectuales.

Publica ‘Debacle en Nagoragorana’, una novela distópica y alusiva a la España del bipartidisimo, el mangoneo y el chanchullo. ¿Qué quería denunciar?

Es seguramente mi novela más trabajada, la más atrevida y arriesgada. La concebí en 1996 como un análisis despiadado de la administración pública, que conocía de primera mano. Agradezco profundamente a Juan Ignacio Jiménez-Velasco, director de Muñoz Moya Editores, el haberse atrevido con una obra de no fácil digestión, salvo para lectores muy exigentes y experimentados en los juegos del lenguaje.

Cuenta la historia de un país en crisis, con un rebelde en la cárcel y hay una carta a alguien que quiere volver a su tierra.

Es una novela distópica, puesto que la acción transcurre a mediados del siglo XXI y alude a la convulsa España del bipartidismo y el mangoneo en todos los órdenes. Las referencias territoriales están claras para quienes la lean con atención. Es una sátira contrapunteada por la voz de la tragedia, una obra de ficción que se acerca a la farsa y el esperpento.

Han pasado los Reyes. ¿Cuál es el regalo que desea dar a diario?

El recuerdo de un hombre que se esforzó en lo que supo y en lo que pudo, a favor de los suyos y a favor de la cultura en general y especialmente en Aragón. 

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